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26 de septiembre de 2023

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Cinco mitos sobre el dinero que hacen pobres a las personas

A los humanos nos horroriza la incertidumbre y preferimos aferrarnos a una idea, trabajo o relación, aunque no funcionen, antes que enfrentarnos al vacío-dice Sergio Fernández, experto en desarrollo personal y económico-. Funciona con una precisión matemática. Todo lo material tiene lugar en lo inmaterial, por tanto los problemas con el dinero tienen origen en ideas o creencias que simplemente no funcionan para los resultados que deseamos. Los problemas de dinero no se solucionan con dinero: sólo se solucionan con ideas nuevas. Estos son los cinco mitos más frecuentes sobre el dinero.

Sólo hay una clase social que piensa más en el dinero que los ricos: los pobres. Los pobres no piensan en otra cosa. Oscar Wilde

Mito 1: Si no tengo dinero, es porque hay algunos que tiene demasiado.

 Verdad: El dinero es ilimitado en el mundo.

El dinero que puede crearse en el mundo es –al menos teóricamente- ilimitado. Por tanto, el hecho de que alguien tenga dinero no significa que otro deje de tenerlo. Algunas personas se sienten mal cuando tienen más dinero porque creen –erróneamente- que si lo tienen eso es porque hay otros que no lo tienen.

Cuando nuestro paradigma sobre la vida es en términos de escasez, creemos que si alguien tiene algo es porque hay otro que no lo tiene. O peor aún: si el otro tiene algo eso es porque yo no lo tengo. Pensar que el hecho de que alguien tiene dinero está impidiendo que tú lo tengas es como pensar que el hecho de que alguien se lleve bien con su mejor amigo está impidiendo que tú te lleves bien con tus amigos. El suministro de amistad es ilimitado en este mundo, como también lo es el suministro de dinero y de abundancia. Es importante que entiendas esto bien antes de seguir. Tampoco tienes que sentir envidia ante el hecho de que otros tengan dinero, ya que eso no afecta tu capacidad de crearlo. Al contrario, la envidia impide que la persona genere más dinero del que tiene.

En cierto modo es paradójico porque aunque hay más dinero en el mundo cada día, la pobreza no acaba de remitir completamente. La razón es que los problemas de dinero no se solucionan con dinero, sino con ideas nuevas.

Mito 2: Las buenas personas no tienen dinero

Verdad: Si eres buena persona, el dinero aumentará las posibilidades de demostrarlo.

Posiblemente has observado que hay quien es corrupto, estafador o mala persona y que sin embargo tiene dinero. También que muchos  ni roban ni se comporta mal con nadie, pero no disfrutan de riqueza, así que quizá has concluido que las buenas personas no tienen dinero. Entiendo ese razonamiento-dice Fernández-, pero le faltan piezas. En primer lugar alguien que consigue dinero de manera ilegítima nunca disfrutará de una vida verdaderamente abundante. Podrá tener dinero, eso es verdad, pero nunca podrá disfrutar de la verdadera abundancia que va más allá del dinero. Pudiendo tenerlo todo en la vida, elegir quedarse sólo con dinero me parece que es no haber entendido todo lo que la vida está dispuesta a ofrecernos. Como por ejemplo, el inglés quien ahorró tanto toda su vida que cuando murió, tenía una cuenta millonaria en el banco. Su hija que hacía tiempo lo había abandonado por su avaricia, heredó la fortuna. Pero él no disfrutó, ya que para llegar a esa suma no gastaba luz, remendaba toda su ropa, vivía como un pordiosero. También están aquellos que pierden una vida tratando de demostrar que son inocentes de la corrupción o las estafas ¿qué disfrutan?

La verdadera abundancia incluye dinero. Pero, como el inglés, se puede tener dinero y no ser una persona abundante. La riqueza económica es sólo un subconjunto de la abundancia. De hecho, la verdadera abundancia económica  es consecuencia de aportar valor a los demás. Sólo se crea y se mantiene en el tiempo si sostenemos buenas relaciones con todas las partes implicadas [familia, sociedad, clientes, proveedores, etc…]. Es importante que nos pongamos de acuerdo en que ser pobre no te convierte en mejor persona; tampoco en peor persona, pero no disponer de recursos económicos posiblemente está dificultando que puedas ofrecer al mundo toda tu bondad.

Vivir pensando en cómo vas a pagar la factura de luz o del colegio no deja mucho tiempo libre para que puedas ocuparte de la ecología del planeta, de saber cómo están tus seres queridos o de echar una mano en cualquier causa que verdaderamente toque tu corazón, es decir, dificulta que pueda aflorar la buena persona que llevas dentro. No lo hace imposible, pero lo dificulta. Ser pobre no tiene nada de malo, pero limita terriblemente tus posibilidades de impactar en este mundo. La abundancia económica permite no sólo comer, beber y rodearse de los objetos que necesitamos sino también ofrecer nuestra mejor versión al mundo al disponer de medios para poder hacerlo.

El dinero utilizado con la intención adecuada se puede convertir en una herramienta de transformación excepcional.

Mito 3: Para ser rico hay que tener muchas posesiones

Verdad: Es más importante disfrutar que tener

Durante años hemos creído que la riqueza consiste en acumular posesiones. Sin embargo, ahora ya sabemos que es más importante disfrutar del estilo de vida que tener propiedades u objetos a tu nombre. En el imaginario colectivo se entiende que rico es aquella persona que tiene cosas: casas, coches caros o yates, por ejemplo. En mi imaginario y en el de cada vez más personas ser rico es fundamentalmente elegir qué hacemos con nuestro tiempo, junto a quién lo pasamos y decidir al servicio de qué proyecto o idea ponemos nuestro talento, mientras no nos preocupamos por el dinero.

Y, por supuesto, también poder disfrutar de todas esas cosas [casas, coches caros, yates] cuando lo deseamos, pero sin que tengan que estar necesariamente a nuestro nombre, y con la libertad que proporciona el no tener que comprar y administrar tantos bienes. Tener cosas y disfrutarlas no son necesariamente lo mismo. Si de verdad puedes y quieres tenerlas, adelante con ello. Pero en último término si alguien te pudiese garantizar que podrías disfrutarlas toda la vida… ¿Te importaría que no estuvieran a tu nombre? Hay un nuevo paradigma de rico que se aproxima más a una persona que tiene acceso al estilo de vida que desea independientemente de que aquellos bienes materiales que disfruta estén a su nombre o no. Estamos en el amanecer de la era del alquiler y del payper-use y en un mundo donde cada vez puedes disfrutar de más posibilidades sin necesidad de poseerlas, resulta cada vez menos sexy comprar o poseer objetos, salvo en casos de uso intensivo, de capricho salvaje o de posibilidad de comprarlas sin que tu bolsillo se inmute.

Rico no es tanto quien tiene muchas posesiones –que posiblemente también-, rico es quien tiene fuentes de ingresos variables, recurrentes, escalables, delegables y pasivas que le dotan de efectivo regularmente para poder, posteriormente, comprar o alquilar aquello que necesita o que desea, no teniendo que emplear su tiempo en trabajar. Por este motivo, te invito a que pongas el foco en tener fuentes de ingresos. Éstas sí que las quieres a tu nombre. Y en alquilar las fuentes de gastos. Éstas, sobre todo cuando empieces a crear tu independencia financiera, no las quieres a tu nombre. La idea que cambiará tu vida es: compra las fuentes de ingresos y alquila las fuentes de gastos.

La idea de que los ricos tienen y de que, por tanto, hasta que no tenga mucho no podré disfrutar de la vida como un rico, o de que tener es el pasaporte a la felicidad suprema deja fuera a muchas personas que, pudiendo disfrutar ya del estilo de vida que quieren no lo hacen porque no saben que ya pueden hacerlo alquilando. A muchas personas les fascinan los buenos automóviles. Sin embargo comprar un vehículo de alta gama es quizá una de las decisiones menos inteligentes que puedas adoptar desde el punto de vista económico, salvo que tengas una economía que se lo pueda permitir sin inmutarse.

Pero el hecho de que aún no lo puedas tener no significa que no lo puedas disfrutar cuando lo necesites, o ciertos días al año, y que puedas hacer esto ya y hacerlo además y lo que es más importante sin hipotecar tu futuro. ¿Comprendes la diferencia? Si pones el foco en disfrutarlo antes que en tenerlo, ¿qué importa si está a tu nombre o no? Para la mayoría de la población comprar bienes de disfrute como barcos, casas de veraneo o automóviles constituye un error financiero que lastra, en ocasiones para siempre, su crecimiento financiero. Hay un cálculo que, si lo haces, puede provocar cambios en tu vida. Consiste en calcular el coste que tiene conducir ese coche, navegar en tu barco o disfrutar de esos días en la casa de vacaciones por cada jornada que verdaderamente lo usas al año. En la mayoría de la ocasiones la respuesta es indiscutible: es más interesante poner el dinero que cuesta ese capricho en alguna inversión y con el dinero obtenido alquilar ese capricho.

Haz las cuentas y con la verdad que te arrojen los números llega a tus propias conclusiones.

Mito 4: El dinero no es importante

Verdad: El dinero es importante para algunas cosas e inútil para otras

Si le dices a tu pareja que no es importante en tu vida una y otra vez, ¿Qué crees que hará? ¡Exacto: marcharse! Si le dices a tu mejor amigo que no es tan importante para ti, puedes estar seguro de que tu amigo no permanecerá mucho tiempo a tu lado. Pues al dinero le sucede lo mismo. También tiene su corazoncito, y si no cuidas tu relación, acabará por marcharse junto a alguien que le tenga más aprecio que tú. Curiosamente, quienes afirman que el dinero no es importante suelen ser los que más trabajan para conseguirlo. Al afirmar que no es importante lo que hacen es alejarlo. Para gozar de una buena relación con el dinero es preciso que lo entiendas como una energía y que cuides de tu relación con él de la misma forma que lo haces con tu pareja, familia, amigos o colegas profesionales.

Si quieres disfrutar de una buena relación con el dinero, es urgente que dejes de decirle que no es importante. Si eres de los que afirmas que el dinero no es importante, entonces no tienes mucho. Lo sé porque en nuestra vida sólo permanece a nuestro lado aquello que consideramos valioso. La relación que tienes con el dinero no es con el mucho o con el poco, es simplemente con el dinero, por eso es tan importante aprender a relacionarte bien con éste cuanto antes, independientemente de la cantidad de la que dispongas en este momento. El dinero es extraordinariamente valioso para algunas cosas. Según los autores de Rich Habits, poor Habits, el dinero elimina el 70% de los problemas de la vida. Y sin embargo el dinero es extraordinariamente inútil para otras cosas, quizá para ese 30% restante, pero si te repites que no es importante entonces puedes estar seguro de que el dinero no permanecerá a tu lado.

Mito 5: Un trabajo me proporciona seguridad financiera

Verdad: Un trabajo sólo proporciona cierta sensación de certidumbre

 Empecemos por el principio: depender de una única fuente de ingresos no parece la opción más segura desde un punto de vista económico, aunque quizá es la más divertida o la que más significado aporta a tu vida. Esto no lo explican en los colegios ni en los telediarios, sin embargo si dedicas cinco minutos a reflexionar sobre esta idea te darás cuenta de su fuerza. Aún así, no es nueva; tus abuelos ya lo sabían: no pongas todos tus huevos en la misma cesta. Un trabajo puede ser interesante para aprender, conocer gente, aportar valor al planeta Tierra o a otras personas, divertirte, hacer vida social o incluso conseguir liquidez si tienes necesidad de dinero de forma inmediata, pero no para conseguir seguridad financiera a largo plazo. La seguridad económica sólo la puede proporcionar el disponer de activos que te proporcionen ingresos pasivos.

Entender esta idea puede cambiar los resultados que obtienes para siempre. Te lo diré de otro modo: creo en aportar a la sociedad contribuyendo con nuestros dones y talentos. En este sentido un trabajo en la organización adecuada puede ser un modo excelente de hacerlo, pero creer que un trabajo puede proporcionarte seguridad económica parece una idea más bien exótica en este momento de la historia. Depender de una sola fuente de ingresos desde el punto de vista económico no parece la mejor idea. Con esto no estoy diciendo que dejes tu trabajo, si es que lo tienes. Si amas tu trabajo, quizá quieras conservarlo porque la vida es demasiado corta como para dejar de hacer las actividades que te apasionan, pero quizá quieras empezar a construir fuentes de ingresos alternativas mientras estás en ese trabajo.

Sin embargo, la situación es especialmente grave para tu economía si además permaneces en un trabajo que no amas de manera indefinida. No hemos venido a esta vida a pasar horas desarrollando un trabajo que no deseamos en empresas cuyos valores no compartimos. Y tú y yo sabemos que esto es así porque cuando escuchamos la verdad en seguida la reconocemos. No podrás llevar una vida verdaderamente abundante trabajando sólo a cambio de dinero. Primero porque no podrás ser verdaderamente bueno en ello y segundo porque, aunque lo llegaras a ser, dentro de ti habría cada día una vocecita que te atormentaría recordándote que estás desperdiciando tu vida al no contribuir al mundo de la forma en que deberías hacerlo.

Si quieres cambiar aplica la moraleja del cuento que sigue:

Cuento popular: La muerte de la vaca atada

Hay un cuento popular que habla de una familia que malvivía en una casucha, a punto de derrumbarse y de apenas 10 metros cuadrados en el pueblo más pobre de toda la región. Era una familia tremendamente pobre salvo por una única posesión que tenían y que era la que verdaderamente mantenía la familia: una vaca. La vida de todos ellos era posible gracias a la exigua cantidad de leche que ésta les proporcionaba y que les permitía ir tirando. Un día llegó un maestro muy sabio a esta localidad y se enteró de la triste historia de esta familia que apenas tenían para alimentarse salvo por aquello que les proporcionaba esta vaca. Esta familia le dio alojamiento y tras pasar toda la noche con ellos, temprano por la mañana tomó una decisión para ayudar a esta familia: se dirigió a la vaca, la llevó hasta un precipicio, la empujó y desapareció del pueblo. El maestro se fue del pueblo y no regresó hasta un año después. Cuando fue al lugar donde estaba la chabola no la encontró: allí había una casa enorme y nueva. Donde antes había una familia vestida con andrajos, ahora había una familia bien vestida así que el maestro decidió hablar con ellos un año después. Cuando el hombre abrió la puerta pronto le contó que al día siguiente de su última visita un malhechor les robó la vaca y que aunque al principio sintieron la desesperación y la desesperanza, decidieron cultivar el terreno para poder alimentarse. Pronto esa plantación generó excedentes que pudieron vender en el mercado. Con ese dinero compraron maquinaria, alquilaron otros terrenos y volvieron a plantar otra cosecha que les permitió construir una casa nueva, ropa nueva y alimentarse correctamente. Pronto el hombre le confesó que la desaparición de su vaca había sido la mayor bendición de su vida al darle la oportunidad de comenzar de nuevo y empezar a construir un futuro más brillante.

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