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28 de marzo de 2024

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Lee desde otra perspectiva

¿De dónde proviene la inflamación que te provoca dolor?

Las enfermedades crónicas que abruman a la sociedad: dolores de cabeza, afecciones cardiacas, esclerosis múltiple, diabetes, depresión, trastornos autoinmunes, cáncer, demencia, ansiedad, insomnio, entre otras; todas les son conocidas, pero la pregunta es: ¿Qué provoca que aparezcan estas afecciones? El doctor e investigador David Perlmutter advierte que “puede resultar abrumador saber que las enfermedades prevenibles y no contagiosas provocan más muertes en el mundo que todas las otras juntas. Hoy somos más capaces de comprender muchas de las enfermedades crónicas actuales a través de la lente de un denominador común: la inflamación.”

La innecesaria convivencia con el dolor

Cuál es el origen de la inflamación

El Dr. Perlmutter, en su libro Cerebro de Pan, explica queantes de analizar la conexión que hay entre la inflamación y el cerebro, hablemos de uno de los descubrimientos más monumentales de nuestros tiempos: el origen de las enfermedades neurológicas en muchos casos es predominantemente alimenticio. Aunque varios factores participan en la génesis y la progresión de los trastornos cerebrales, en gran medida muchas afecciones neurológicas suelen ser reflejo del consumo excesivo de carbohidratos y de la baja ingesta de grasas saludables” (como la palta, el aceite de oliva o los huevos).

El veneno que detona las enfermedades

Perlmutter observa que “a muchos pacientes no se les diagnosticó la intolerancia al gluten (la proteína que se encuentra en el trigo, la cebada y el centeno)”. La intolerancia al gluten representa la peor y más subestimada de las amenazas a la humanidad, aunque la mayoría cree que solo se relaciona con la enfermedad celíaca. Todos los descubrimientos científicos recientes señalan al gluten como un veneno que detona no sólo demencia sino también epilepsia, cefaleas, depresión, esquizofrenia, TDAH y hasta disminución en la libido. La gente imagina al gluten únicamente como dañino para la salud intestinal, pero no con el bienestar neurológico.

Para mejorar la calidad de vida, la prueba consistirá en eliminar de la dieta el gluten y reducir los carbohidratos

Gluten, enemigo silencioso

“Al menos 40% de nosotros no podemos procesar el gluten de forma adecuada y el restante 60% anda sobre la cuerda floja. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Y si todos somos intolerantes al gluten desde la perspectiva del cerebro? Por desgracia, el gluten no sólo se encuentra en alimentos hechos a base de trigo, sino en todo tipo de productos inesperados, desde helado hasta crema para las manos. Son cada vez más las investigaciones que confirman la relación entre la intolerancia al gluten y la disfunción neurológica. Esto afecta incluso a personas que no tienen problemas para digerirlo y que dan negativo en las pruebas de anticuerpos antigluten. Lo veo a diario en el consultorio. Muchos de mis pacientes me consultan después de “haber intentado todo” y de haber buscado la ayuda de innumerables especialistas. Ya sea que padezcan cefaleas, síndrome de Tourette, convulsiones, insomnio, ansiedad, TDAH, depresión o algún conjunto extraño de síntomas neurológicos sin nombre definido, una de las primeras cosas que les indico es que eliminen el gluten por completo de su dieta. Los resultados no han dejado de impresionarme-afirma Perlmutter.

Carbohidratos y gluten: cerebro en peligro

El mito de una dieta baja en grasas y alta en carbohidratos es el origen de las inflamaciones-de acuerdo con las investigaciones del Dr. Perlmutter.

Los científicos saben a ciencia cierta desde hace tiempo que la clave de todas las condiciones degenerativas, incluidos los trastornos cerebrales, es la inflamación. No obstante, lo que no se había documentado hasta ahora era qué instigaba dicha inflamación. Lo que han descubierto es que el gluten, aunado a una dieta alta en carbohidratos, es el estimulante más prominente de las reacciones inflamatorias que llegan al cerebro. Lo más alarmante de este descubrimiento es que por lo regular no sabemos cuándo nuestro cerebro se está viendo afectado. La buena noticia es que se puede tomar el control de nuestro destino genético, aun si nacimos con una tendencia natural a desarrollar algún padecimiento neurológico. Pero la historia no termina al eliminar el gluten, pues éste no es más que una pieza del rompecabezas. Se ha demostrado que los niveles elevados de grasa dietética (del tipo saludable, como las mencionadas más arriba, no grasas trans) son claves para la salud y aumentan la función cerebral.

La inflamación descontrolada es un mal en aumento en las culturas occidentales

Las investigaciones científicas más confiables demuestran que es una de las principales causas de mortalidad y morbilidad asociadas con cardiopatía coronaria, cáncer, diabetes, Alzheimer y casi cualquier otra enfermedad crónica que nos podamos imaginar. No es difícil suponer entonces que la inflamación no tratada subyace a problemas como la artritis, por ejemplo. Después de todo, los medicamentos que suelen usarse para tratar dicho padecimiento, como el ibuprofeno y la aspirina, se clasifican como “antiinflamatorios”. En el caso del asma, se utilizan antihistamínicos para combatir la respuesta inflamatoria que se desata cuando la persona se expone a un irritante que provoca una reacción alérgica. Cada vez es más la gente que empieza a entender que la cardiopatía coronaria —una de las principales causas de infartos— puede estar más vinculada con la inflamación que con los niveles altos de colesterol. Por lo pronto estamos obligados a analizar la inflamación desde una perspectiva del todo distinta. Más allá de causarnos dolor en la rodilla o en las articulaciones, subyace el proceso mismo de degeneración neurológica. No sólo lo que comemos tiene la capacidad de cambiar la expresión de nuestros genes y, por lo tanto, de ayudarnos a controlar la inflamación.  También debe sumarse el papel que desempeñan el ejercicio físico y el sueño como reguladores importantes (o controles remotos) de nuestro ADN. Asimismo, es posible desarrollar nuevas neuronas, por medio de la neurogénesis —la formación de nuevas neuronas— y eso está en nuestras manos.

Aumentar el consumo de grasas saludables es el consejo del Dr. Perlmutter para conservar un cerebro sano.

Leer las etiquetas puede ser un buen comienzo

Hoy en día quedó atrás el orden de importancia que le damos a la información de las etiquetas. Si antes veíamos las calorías en primer lugar, hoy es necesario prestar atención seriamente a los hidratos de carbono que contienen cada producto.  Una buena medida para empezar es tener en cuenta que la porción a ingerir no supere el 1 o 2 % de estos.

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