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3 de diciembre de 2024

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Manos fecundas en la construcción de Colonia El Carmen

Cuando recorríamos Colonia Hocker, impregnados de esos aromas que solo el campo puede regalarnos, la calle de ingreso a esta nos condujo a Colonia El Carmen, una localidad pequeña pero pintoresca, que cuenta hoy con unos 80 habitantes, estimativamente; y conformada en sus inicios por hijos de inmigrantes de comunidades suizo-francesas, piamontesas y saboyanas.

El reducido número de habitantes no permite aún la creación de comuna o junta gubernamental.

Con amabilidad y gentileza, nos recibe la Sra. Olga Perroud de Francou, una referente de la zona, con mucho conocimiento de todo lo inherente al lugar; actual dueña, junto a su esposo Roberto Francou, del “Almacén Francou”, ubicado en una esquina emblemática de la colonia (del que nos habíamos ocupado en la entrega anterior).

Antiguos elementos de labranza en una de las esquinas más representativas de la colonia.

Las inmigraciones en la región

Se habían instalado los primeros inmigrantes en la vecina localidad de San José, que había sido fundada en el año 1857, a escasos 30 km de ahí, y al comenzar sus descendientes a constituir sus propias familias, se fueron expandiendo por la zona hasta que vieron en Colonia El Carmen la posibilidad de quedarse, dando así origen a este poblado. En el año 1887 se trazaba el primer plano del lugar. Habían pasado treinta años. Se fundó la colonia en 1889.

Primer plano de Colonia El Carmen. (Gentileza de la Sra. Olga Perroud de Francou).

Se puede acceder a Colonia El Carmen también desde la ciudad de Villa Elisa, transitando la Ruta Provincial N° 23, unos 11 km, aproximadamente.

            En los inicios de la colonia, los lugareños eran chacareros. Se ocupaban en la cría de gallinas, vacas; el cultivo de árboles frutales, huertas; todo se producía y se conservaba. Solían ellos llevar al reconocido “Almacén Francou” -nos refiere Olga- huevos, miel, verduras, que en algunos casos intercambiaban por yerba, azúcar, aceite, cualquier elemento para el consumo familiar.

Imagen de agricultores, junto a una trilladora y una gran cantidad de bolsas de trigo, cuyo peso era de 70 kg. (Imagen brindada por la Sra. de Francou).

Hoy los vecinos son productores dedicados a la agricultura, principalmente al cultivo de trigo, soja, maíz y arroz; a la avicultura, a la apicultura; y también a la ganadería y a la forestación.

Presencia de ganado vacuno, al igual que en la mayoría de las regiones de la provincia que vamos recorriendo.

La denominación de la colonia

Respecto del nombre de la colonia, se analizan varias hipótesis. Podría ser en honor a la Virgen del Carmen; por la existencia de una planta; por la presencia de tres personas de nacionalidad griega que se trasladaban en una barcaza, que llevaba el nombre “El Carmen”; por la Sra. Carmen Casal de Ferreyra, esposa de uno de los estancieros del lugar.

Una maquinaria de rastrillo, viejo equipo de granja, que seguramente ha sido empleado
por varios labriegos en sus faenas cotidianas
.

La educación

En el ámbito educativo, la presencia de dos instituciones. La Escuela N° 18 “Artigas”, de nivel primario. Y en el nivel secundario, la Escuela de Educación Agrotécnica Nº 50 “José Hernández”, con un internado que facilita  a los jóvenes de la zona la continuidad de sus estudios; y respecto de lo académico, la formación de técnicos agropecuarios, para que quienes quieran permanecer en esos sitios tengan las herramientas necesarias para generar sus propios emprendimientos. Elaboran los estudiantes productos que posteriormente se comercializan en la región, principalmente en el reconocido negocio antes mencionado. Se trata de chacinados, quesos, dulces, miel, etc.

Escuela N° 18 “Artigas”, fundada en 1913, más de 100 años por la educación de la niñez. (Imagen cedida por la Sra. de Francou).
Actual edificio escolar, que brinda las primeras herramientas académicas a los niños del lugar.

La naturaleza en su máxima expresión

Un magnífico paisaje circunda siempre ese transitar que preferimos repetir una y mil veces en esos parajes; senderos que serenamente nos llevan por rumbos diferentes; un verde intenso, salpicado con el colorido de flores silvestres, enormes en su pequeñez; aves que reflejan tonalidad, movimiento y trinar diversos; el ganado, que más allá de razas y matices de piel, se suma a la grandiosidad del campo, a la pureza del aire, y a un cielo que, diáfano o colmado de nubes, nos complace infinitamente.

Presencia de patos, aves acuáticas de pico aplanado y patas cortas,que realzan el paisaje tan peculiar de la zona.

Y la calidez del paisaje humano, de personas que caminan dichosas estas tierras, como unidas entrañablemente a toda la placidez y entereza del campo, con todos sus componentes; que guardan celosamente la historia de la colonia, que se escribe a través de  miles de anécdotas; y que se comprometen con la comunidad, con su trabajo, con su destino, con la vida misma.

Tierra, vegetación y cielo logran la armoniosa conjunción de una naturaleza constantemente sublime.

Texto y fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfín.