En la voz de Ezequiel Romualdi, “Entre Ríos entre rieles”

En Entre Ríos, el ferrocarril ha sido un pilar fundamental para la fundación de numerosos poblados, ya que en torno a la estación se iban construyendo las primeras viviendas, depósitos, negocios, y una vez que las familias se iban afincando, la necesidad de crear determinadas instituciones, como la escuela primaria, la capilla, la comisaría. Y esos primeros años de formación de una comunidad, su desarrollo y su consolidación, se vincularon directamente con la presencia del tren, ese medio de transporte que unió pueblos, colonias, ciudades, y que marcó una época próspera en varias localidades argentinas. Además, miles de personas se emplearon en las respectivas empresas que administraban el servicio, miles de personas que con orgullo se convirtieron en ferroviarios, familias enteras que lo fueron, y hasta hoy, herederos de esos ferroviarios que con gran satisfacción se reconocen hijos o nietos de ferroviarios.

En nuestro afán por encontrar material relacionado con la presencia del tren en nuestra provincia, y con las viejas y entrañables estaciones, descubrimos la obra del escritor Ezequiel Romualdi, “Entre Ríos entre rieles”. Cuando llegó a nuestras manos, pudimos apreciar un trabajo de investigación intenso, cuidadoso, cargado de detalles, de esos detalles que para quienes estamos detrás de esta temática, hallarlos es como si un tesoro de incalculable valor hubiésemos localizado.

Ezequiel Romualdi nació en la ciudad de San Isidro, en Buenos Aires. Es escritor, realizó estudios de periodismo, pero él se define como “ferroaficionado”, es decir, una persona que disfruta de ver pasar el tren, que en la medida de sus posibilidades se acerca a cada estación, que explora todos los aspectos inherentes al mundo ferroviario de nuestro país, o de alguna región en particular. Reside actualmente en la ciudad de Garín, Buenos Aires.

Establecimos un diálogo ameno y muy interesante con Ezequiel Romualdi, quien nos manifestaba que desde pequeño le había comenzado a llamar la atención el mundo de los trenes y de las estaciones. Pasó gran parte de su infancia en la localidad de Victoria -al norte del conurbano bonaerense- junto a sus abuelos; y su casa estaba frente a los talleres ferroviarios, y ahí veía el incesante ir y venir de los trenes:
-Las salidas con mi abuela consistían en viajes por las distintas estaciones del ramal Tigre Retiro y Victoria Pergamino-.

Iremos incorporando, a lo largo de este escrito, imágenes de las estaciones de Entre Ríos que el escritor fue recorriendo, y de las que hizo una descripción pormenorizada, además de hacer hincapié en sus sensaciones ante cada presencia suya en ellas. Elaboramos cada epígrafe con citas del autor, y sumamos otras expresiones que han sido destacadas en los recuadros, tomadas de su obra.
“En los recuerdos, el tren permanece impoluto, siempre avanzando, siempre surcando las vías y devorando distancias”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Villa Elisa)

Al continuar con la biografía profesional del Sr. Romualdi, nos explicaba que años más tarde le había ido sumando la adquisición de revistas con la temática del ferrocarril, en particular sobre la dimensión histórica; hasta que en un momento comprobó que tenía muchísimo material. Y en relación con los viajes, ya adulto, se detuvo a pensar que había recorrido muchísimos ramales de Buenos Aires y de varias provincias del interior del país:
-Decidí ordenar las distintas travesías por provincia, y clasificar el material acumulado a lo largo de los años (desde viejos boletos de cartón, pasando por mapas y principalmente libros). Las redes sociales me han permitido conocer a muchos ferro aficionados, tanto en forma personal como virtual. Hay más de lo que uno podría suponer. Pese a que ferroviariamente el país perdió muchísimo, hay mucha gente apasionada por el tema, desde los jóvenes que van a filmar el paso de una formación hasta coleccionistas-.
“A unos metros de la estación descansaba la historia en formas de locomotoras, se encontraban a la intemperie, con muchos faltantes y aun así continuaban siendo majestuosas a la vista”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Concepción del Uruguay)

Le preguntamos a Ezequiel cómo se había convertido en escritor y nos decía:
-Yo pienso que todos somos escritores, la diferencia está en cuando decidimos dar a conocer a los demás lo que escribimos. En mi caso, siempre me gustó leer, siempre me atrajo la gráfica, la narrativa. Uno escribe, lee lo que escribió, trata de mejorarlo. Supongo que el don de la escritura lo tenemos todos, aunque no todos están interesados en dedicarle tiempo-.

Ezequiel Romualdi nos contaba que ha peregrinado por unas cuantas provincias de nuestro país a partir de su investigación sobre el ferrocarril. Le falta visitar Tierra del Fuego, Neuquén, Catamarca y Formosa. No tiene el número exacto de estaciones en las que estuvo, pero han sido muchísimas.

Entre Ríos fue la primera provincia que visitó cuando comenzó a viajar solo. Nos manifestaba que jamás olvidó la primera vez que había cruzado el Puente Zárate Brazo Largo. Más allá de la temática ferroviaria le gusta viajar, recorrer, conocer la historia de los lugares. Personalmente siente la necesidad de visitar algún lugar de la provincia cada cierto lapso de tiempo. Le gusta la tranquilidad, la forma de ser de la gente, los paisajes: “Para mí, Entre Ríos es otro mundo. Todo este conjunto me llevó a querer escribir especialmente sobre el ferrocarril en la provincia”.

Cuando el autor recorría la provincia, se había propuesto escribir un libro de viajes, sobre los diferentes lugares que iba conociendo, pero mientras lo iba armando sintió que no podía descuidar la parte histórica. Y ahí empezaron los primeros obstáculos, porque si bien disponía de material en sus archivos, había datos concretos que estaban faltando, y las fuentes, como sucede en estos casos, muestran dos o tres fechas distintas para un mismo acontecimiento. Se pudo conectar con personas que trabajan en museos y bibliotecas, con ex empleados del ferrocarril de diversas localidades. Pudo cotejar información, consultar páginas del lugar de origen de las empresas que tenían el servicio a su cargo.
“El tiempo corre inexorablemente sin detenerse ante nada, en él quedan los recuerdos de lugares y momentos vividos, guardián de la historia que los antepasados supieron construir”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Ibicuy)

El proceso de investigación le llevó a este ferroaficionado casi ocho meses, y hasta el presente, sigue recibiendo datos e imágenes sobre algún lugar determinado:
-Debo reconocer y agradecer a muchas personas que residen en Entre Ríos que, sin conocernos personalmente, me han respondido los mensajes y me han compartido valiosa información-.

En esta distinguida tarea, nuestro entrevistado analiza como mayor desafío la agrupación de la historia ferroviaria de la provincia en su conjunto, desde el Ferrocarril Primer Entrerriano, hasta el Ferrocarril General Urquiza, y la nómina de las diferentes estaciones. De cada empresa ferroviaria, efectúa un recorrido desde sus orígenes, desde la construcción de las primeras vías, hasta el momento en que, por numerosos factores adversos, dejó de existir.

Respecto de algunos poblados, Ezequiel nos aclaraba que en muchos casos hay muy poca información, por ejemplo sobre la estación de Isthilart, en Colonia San Justo, una localidad que dista unos 36 km aproximadamente de la ciudad de Concordia, por la Autovía Ruta Nacional 14, hacia el norte; se accede por la Ruta Provincial 28. Fue muy poco lo que pudo averiguar y es una de las estaciones de las que no ha podido conseguir ninguna imagen de sus primeros años. Lo mismo le sucedió con la estación de la ciudad de La Paz -al noroeste de la provincia-; si bien el edificio fue transformado en un local comercial, no ha podido encontrar una imagen de su pasado, como tampoco información de ese ramal. Ese corredor fue uno de los primeros en salir de servicio. Del Paraje Escriña, y del apeadero Martín Fierro, cerca de la ciudad de Rosario del Tala -en el centro de Entre Ríos, hacia el sur- no han quedado rastros visibles.

Una anécdota de su recorrido por los mencionados sitios:
-Cuando visité Victoria, le preguntaba a unos jóvenes dónde quedaba la estación. No sabían que había una. Después caí en la cuenta de que les preguntaba a chicos que deberían tener 18 o 19 años, cuando los trenes en Victoria dejaron de funcionar en 1977-.

Cuando tenemos la posibilidad de dialogar con personas que entrañablemente nos hablan del ferrocarril y se ocupan de visitar cada estación, de explorar y dar luego todo a conocer, queremos saber sus sensaciones al ver una estación abandonada, o destruida:
-Me invade una mezcla de sentimientos. La tristeza de ver una construcción abandonada, vandalizada, se mezcla con la curiosidad de querer recorrerla en cada sector. A eso se le suma la nostalgia, por un pasado que seguramente no volverá. Por ejemplo en Gualeguaychú, el edificio está en óptimas condiciones pero uno sabe que el tren ya no volverá a pasar. El ejemplo opuesto es Escriña, donde el edificio está destruido, con vegetación en su interior, pero el tren de carga pasa por allí. Cuando veo una estación abandonada pienso en lo mucho que hemos perdido como país, y en los años que demandaría reconstruir aunque sea una cuarta parte de lo perdido. Siento que el tema ferroviario está cargado de nostalgia, de historias de miles de personas que recuerdan una época esplendorosa. Las estaciones, en su gran mayoría, fueron las madres de las ciudades y los pueblos. Hasta el más pequeño sitio tenía movimiento si había una estación y un tren. Mención aparte merecen aquellos pequeños pueblos donde la municipalidad se ha encargado de mantener en condiciones la estación, entendiendo la función e importancia que representaron en su momento-.

Las mayores satisfacciones -nos expresaba Ezequiel Romualdi sobre este proceso- fueron el haber podido hacer realidad el sueño de publicarlo, de ver que el libro se expande y es bien recibido; y haber conocido muchas personas que, desinteresadamente, le brindaron su ayuda, aportando datos, instándolo a continuar.
“Cualquier paisaje que se contemple desde la ventanilla de un tren es mágico e inolvidable”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Villa Elisa)

Este ferroaficionado pudo presentar su libro “Entre Ríos entre rieles” en la ciudad de Concordia, en el marco del Encuentro Nacional e Interprovincial de Museos ferroviarios y ferroaficionados, que se llevó a cabo en el pasado mes de agosto de este 2025.
“El marco sería perfecto, pero lamentablemente falta un eslabón importante: el tren”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Urdinarrain)

Sobre proyectos futuros, nos explicaba el autor que lo principal es la concreción de su segundo libro “Venas de acero. Relatos en las vías”, que podría publicarse durante los primeros meses del próximo 2026. Se trata de una serie de relatos de su itinerario por distintas partes del país, por ejemplo, San Antonio de los Cobres, Monte Caseros y Puerto Ceibo, Mendoza (donde hay una estación a la que jamás el tren llegó); algunos poemas y cuentos. Y en abril, tendrá la oportunidad de participar en la 50° edición de la Feria del Libro en Buenos Aires, y así seguir dando a conocer la obra. Quedan lugares de la provincia de Entre Ríos donde presentarlo, por lo que estará atento al calendario de eventos culturales.

Para quien quisiera poner en práctica un proyecto con estas peculiaridades, Ezequiel Romualdi caracterizaba el acto de escribir como algo maravilloso en sí mismo, al igual que el acto de investigar el pasado, de sumergirse en la historia, de indagar.
“Tren y pasajeros desaparecen de la vista y se pierden en el horizonte, dejando silenciosa a la estación”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Torcuato Gilbert)

Su experiencia sobre el proceso de escritura:
-Lo más complicado es comenzar, una vez que comenzamos y el tren (la escritura) está en marcha, el camino es sencillo. Lo fundamental es animarse a comenzar y luego ser constante. Hay días en que no tengo casi tiempo de escribir, por cuestiones laborales, y en ese caso siempre, en algún momento, releo algo de lo que ya tengo escrito o trato de contactarme con alguien para averiguar sobre determinado tema. La cuestión pasa (una vez que se empezó) por ir sumando TODOS los días algo nuevo a lo que venimos haciendo. Sean diez páginas o dos renglones.

“Qué injusta picardía del destino que por tan bella estación no circulen trenes de ningún tipo”.
(“Entre Ríos entre rieles”. Colón, San José y Liebig).
Para finalizar…
Parecía que el tren no iba a morir nunca, que iba a regresar siempre, pero el destino le indicó otro final. Y nos quedamos muchos sin entender demasiado lo que había pasado, como sin saber cómo seguiría la vida en muchas localidades a partir de su ausencia. Nos ganó siempre la nostalgia al recordarlo.
Felizmente, entre tanta gente que desde siempre había amado al tren, fueron surgiendo grupos que se empeñaron en conservar su historia, en convertir en museo la amada estación, en mantener vivo -si es que cabe el adjetivo- ese espacio mágico que se había constituido en el punto de encuentro de lugareños y visitantes. Y así, entre tantos, surgieron los ferroaficionados, como el caso de Ezequiel Romualdi, que conoció siendo niño esta provincia, y ya adulto, a ella regresó una y mil veces, con el fin de pisar el bendito suelo de una estación, lo que diversas sensaciones le genera cada vez, y se propuso indagar su historia, conectarse con sus protagonistas, o con sus sucesores, y así con esfuerzo, con perseverancia, y con mucha pasión, se encontró un día escribiendo “Entre Ríos entre rieles”, una obra exquisita, digna de ser conocida, ya que constituye un nuevo eslabón para quienes nos sentimos atrapados siempre por este pasado mundo ferroviario.

Nuestro especial agradecimiento al Sr. Ezequiel Romualdi, por su compromiso con nuestra historia ferroviaria, por su abnegada tarea, y por su gentileza al respondernos y colaborar en la producción de este artículo.
Texto y selección de fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfin





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