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2 de diciembre de 2025

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Memorias de un poblado colonense

Colonia Berduc – Estación “Martiniano Leguizamón”

En el Departamento Colón, Provincia de Entre Ríos, a casi 50 km de la ciudad de cabecera, se encuentra Colonia Berduc, un poblado pequeño, pero con una exquisita historia, que fue escrita por sus habitantes a través del tiempo; que pasó de un número considerable de habitantes que, de hecho justificó la creación misma de la localidad, a un número reducido, de modo similar a lo ocurrido en otras colonias de nuestra provincia, cuando buscaron ellos alternativas, por razones diversas, y emigraron así de este lugar. Se accede a él por la Autovía Nacional 14.

Colorido cartel que presenta a la ciudad cabecera del departamento Colón, uno de los 17 que conforman la provincia de Entre Ríos, y que se ubica al centro-este de esta, a orillas del Río Uruguay.
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Gracias a la gentileza de personas que residen en esas localidades, pudimos acceder al libro “Historia oral de Berduc y Ubajay”, una obra que contó con el destacado aporte de vecinos de la zona, docentes y alumnos de las instituciones educativas, y personal de Parque Nacional “El Palmar”, quienes con un esfuerzo enorme concretaron el anhelo de guardar en cada página la vida de estos espacios entrerrianos. Y acudieron a sus protagonistas, hombres y mujeres que habitaron estas tierras, que alguna vez llegaron con la ilusión de progresar a partir de su trabajo en la región, que fueron parte relevante de sus instituciones, que hicieron crecer sus pueblos y, felizmente, han podido contarlo. Queda así un significativo registro para que generaciones futuras puedan conocer y seguir explorando.

La sabia naturaleza se distingue aún más en estos espacios, cuando cielo y campo se unen para crear un bellísimo cuadro que la vista humana atesora.

La mencionada obra ha sido nuestra principal fuente de información para la  redacción de este artículo. En ella, algunos vecinos fueron los entrevistadores, y otros, los entrevistados, aquellos que brindaron un significativo material para que perdurara más allá del paso del tiempo.

Cuando Colonia Berduc nacía…

Muchas de las personas entrevistadas relataron aspectos inherentes a los primeros años de vida de Colonia Berduc. El Sr. Víctor Jaquet hizo hincapié en la formación de Berduc entre los años 22 y 23, con familias que procedían de colonias cercanas; colonos que venían de Europa fueron también parte de la comunidad.

Colonia Berduc, una calle solitaria, una vivienda a lo lejos, es esta la realidad de algunos pueblos cuyos habitantes, en busca de nuevas opciones, decidieron partir.

La Sra. Naty Pérez manifestó que las viviendas, en algunos casos, eran precarias, debido a que los colonos no tenían proyectado permanecer en la zona por mucho tiempo, que iban mutando a otros sitios, según intereses y necesidades.

“Las calles de piedra, testigos mudos,
de risas y llantos, de amores y desaires,
en cada esquina un recuerdo, un saludo,
un pedazo de mi alma que me sigue en los viajes…”

En cada pared que el tiempo fue deteriorando,  una anécdota, un secreto, un recuerdo, de épocas en que la vida se imponía…

Oscurecida te quedas viendo
Mientras el tiempo te recorre
Y la humedad gasta
Poco a poco tu alma…

 
(Pablo Neruda, “Oda a la casa abandonada”)

Cuando el tren llegó…

Un punto relevante en la creación de esta colonia fue el arribo del ferrocarril. El Sr. Luis María Jacquet, en el libro antes nombrado, cuenta que su madre había visto hacer las vías, en el año 1917; empezaron en Concepción del Uruguay, en un principio a carretilla, y a medida que se iban finalizando las vías, traían todo el material en el tren. La estación se llamaba -y se sigue llamando- “Martiniano Leguizamón”. Trabajaba mucha gente en la empresa, de hecho varias familias llegaron a la colonia por sus puestos de trabajo en el ferrocarril, y para ellas se construyeron viviendas, las que todavía hoy se pueden apreciar en el lugar.

Estación “Martiniano Leguizamón”, un eslabón en el trayecto que el tren realizaba a partir del ramal Concordia-Concepción del Uruguay. En homenaje al escritor entrerriano nacido en Rosario del Tala, el nombre que el Ferrocarril General Urquiza le asigna.

“Esperar el tren era una fiesta social”.

Una descripción pormenorizada de cada entrevistado explica cada tarea agrícola que, niños aún, iban los varones aprendiendo junto a sus padres. Entre ellas, en las chacras, el arado, la siembra y la cosecha, con herramientas tiradas por caballos. Trigo, maíz, avena y lino eran los cereales que, en la zona, se elegían para sembrar. Estos, junto a los frutos, eran llevados a la estación del ferrocarril, para luego ser enviados al sitio respectivo en el tren carguero.

Estación “Martiniano Leguizamón”, uno de los galpones que se convertía en depósito de toda la producción de chacras y estancias, que luego era llevada a distintos puntos de la región.

En cuanto al traslado de piedras desde las canteras, el Sr. Benito Udrizard aclara sobre un desvío de las vías para que pudiera transitar el llamado “tren pedrero”.

Sobre la ganadería, el Sr. Rosendo Jacquet  hace mención a la acción de ordeñar, y llevar luego la leche a la estación de trenes, desde donde el tren lechero se ocupaba de trasladarla a su destino. Además de ganado vacuno, se criaba ganado ovino. Algunas estancias continúan, actualmente, con la cría de ganado.

Vieja estación a la vera de las vías
adonde la primavera llegaba con flores
y al solitario invierno despedía.
 
Hoy la memoria no me basta para narrar
porque en el pecho te llevo cada día…

 
(Martín Córdoba, “Estación de trenes”)

En Colonia Berduc, hoy, la actividad ganadera sigue su curso. Vacas, ovejas, cerdos y cabras pudimos apreciar durante nuestro recorrido.

En esos tiempos, y en estos lugares, no se podía evitar la presencia de plagas, como la langosta, que provocaba enormes daños y arrasaba con todo lo que alrededor había. Eran desesperados los intentos de los vecinos por salvar todo cuanto se podía. El Sr. Luis María Jacquet hacía referencia a estrategias de defensa, por ejemplo, se colocaban chapas alrededor de la casa para que no pasaran.

En aquellos campos, los loros también perjudicaban la siembra, y los chicos salían a espantarlos con escopeta o tarros de piedras. Si era necesario, se faltaba a la escuela para colaborar con esa tarea.

Pasaron muchos años, hasta que en 1980 llegó la actividad forestal a Colonia Berduc, de la mano de los Sres. Adolfo Klaus y Próspero Bovino (h); y las primeras plantaciones de citrus, en 1993, con la familia Bovino.

La forestación sigue siendo una de las actividades económicas más importantes, de hecho pudimos apreciar muchísimas plantaciones a lo largo de los caminos que recorrimos.

En la vecina La Clarita

No olvidemos que Colonia Berduc ha reducido considerablemente su número de habitantes, quedan muy poquitas familias. Esto conlleva otras cuestiones, como la imposibilidad de constituir una comuna, por lo que sus vecinos, ante cualquier trámite de carácter administrativo, y en el caso de emitir su voto durante las elecciones, deben trasladarse a la localidad de La Clarita, a 29 km., aproximadamente, por la Autovía Nacional 14, una comuna de primera categoría.

Colonia Berduc hoy, el mismo paisaje que deleita, solo que la gente se ha ido, apenas una vivienda en un espacio en que en otros tiempos la vida rebasaba.

Anécdotas, hábitos, entretenimientos

Un capítulo del libro “Historia oral de Berduc y Ubajay” es el de Anécdotas. En él, la Sra. Hilda Brossard recordaba la llegada en automóvil del Sr. Sáenz Valiente -nieto del Gral. Justo José de Urquiza- al almacén de su padre, rumbo al Palacio con el fin de conmemorar el aniversario de la Batalla de Caseros.

Respecto de eventos de diversión, la escuela organizaba bailes, la pista era de tierra, se le arrojaba agua para que se pudiera pisar, y unas piedras que constituían el límite. La Sra. Amelia Jacquet recordaba un baile a beneficio que había organizado su madre, en su carácter de presidente de la cooperadora escolar. Otros entretenimientos eran las domas y las carreras de caballos.

La vieja esquina donde en otros tiempos se encontraba un almacén de ramos generales, negocio imprescindible para los lugareños; contaba, además, con una estafeta de correos. Pertenecía a la familia Milman, según el testimonio del Sr. Edgardo Pérez.

Algunos testimonios hacen alusión a la comida, se cocinaba a leña; el horno se fabricaba en el patio, para hacer el pan; las comidas eran puchero, estofado, guiso, bife y puré de papa, polenta. Eran frecuentes las carneadas, generalmente con algún vecino. El vino también se hacía en la casa. Todo era por la subsistencia familiar, no con fines de venta. El carnicero venía día por medio desde la vecina localidad de La Clarita y repartía la carne casa por casa.

Escuela Primaria N° 67 “Las Malvinas”

En las zonas rurales, la escuela es el alma del lugar; su historia es la historia de todos; los recuerdos tienen raíces profundas, permanecen por siempre en cada corazón que la transitó, y en ella recibió las primeras herramientas para enfrentar la vida.

Antes era la Escuela Nacional N° 45, institución educativa que fue trasladada desde Rincón de Nogoyá -localidad que pertenece al Departamento Victoria- en el año 1925. Esto surgió debido a que los colonos solicitaban en el lugar educación para sus hijos, a quienes debían mandar a sitios alejados.

“El elemento que con más profunda evidencia signó la niñez de todas las épocas y de todos los lugares fue la escuela…”
 
(Amalia Troncoso de Scatena)

En sus inicios, esta entidad educativa funcionaba en un galpón de barro y techo de paja, de la familia de Francisco Bel. El Sr. Zaballa fue su primer Maestro, quien permaneció un año; y luego fue reemplazado por el Sr. Juan Fernández. Asistían, aproximadamente, 60 alumnos, quienes arribaban a la escuela tras una larga caminata, o a caballo, o en sulky.

Antigua fotografía que ha perdurado en el tiempo de aquellos primeros niños que transitaron las aulas de la entonces Escuela Nacional N° 45. (Gentileza Escuela N° 67).

Una Comisión “Pro-construcción del edificio escolar”, integrada por lugareños, solicitó a la Provincia su edificación; recibió la donación de 1000 pesos de Don Enrique Berduc, quien se desempeñaba en la Secretaría de Educación. Posteriormente, la comisión recibió varios aportes y se alcanzó una cifra importante para alcanzar la meta.

La tercera Maestra fue la Srta. Ederlina Segovia, quien debido al número de alumnos, pidió una docente auxiliar, y fue así designada la Srta. Italia Barone.

En el predio escolar, un ceibo legendario regala su belleza grana, y su sombra protectora, refugio eterno de una niñez que a su alrededor un espacio sagrado había descubierto, y por ello, seguramente, él guardará miles de infantiles instantes dichosos.

“Es símbolo de lucha y de vida,
una flor que no teme al sol ardiente ni a la tormenta pasajera.
Allí donde brota un Ceibo,
la naturaleza escribe un poema de fuerza y libertad”.

La Sra. Hilda Brossard recuerda con qué placer asistía a la escuela, que le gustaba escribir en el pizarrón, también menciona la presencia de los inspectores que llegaban en automóvil; las fiestas de fin de curso, con recitados de poesías y presentación de manualidades que realizaban durante el año; los actos patrios que se llevaban a cabo el mismo día, donde no faltaban los versos y los himnos patrios. Y la Sra. Naty Pérez explica que en esa época las escuelas nacionales tenían solo tres grados: primero inferior, primero y segundo.

El patio cobija las banderas, esos símbolos que, al verlos, particularmente, en el mástil de una escuela rural, nos devuelven de inmediato la esperanza de un mañana fecundo.

Visitamos la Escuela N° 67 “Las Malvinas”, que lleva este número a partir del traspaso de las escuelas nacionales a la provincia de Entre Ríos. Nos recibió amablemente la Sra. Directora, Profesora Elisa Arce, quien nos decía que la institución pertenece al nivel de Escuela Primaria con Personal Único, que cuenta con un Director con plurigrado a cargo. Es una categoría característica de las escuelas rurales, debido al reducido número de estudiantes, cuando no supera los 17. Este 2025 la escuela tiene una matrícula de 12 alumnos.

Los años han pasado y la Escuela N° 67 ha ido construyendo su historia, colmada de actividades áulicas, y extra-áulicas, como actos, talleres, visitas, etc. (Gentileza Escuela N° 67).

Bandera de la patria,
vínculo sagrado e indisoluble entre las generaciones pasadas,
presentes y futuras…

 
(Joaquín V. González, “Oración a la Bandera Argentina”).

Se encuentra esta escuela enmarcada en la propuesta educativa NEP (Nueva Escuela Primaria) del Consejo General de Educación, que consiste en la ampliación de la jornada escolar y el desarrollo de propuestas que contribuyan a una mejora en la calidad de ese tiempo escolar, para así fortalecer las trayectorias escolares del alumnado de la jurisdicción.

Luego de la finalización de la escolaridad primaria, los adolescentes de Colonia Berduc concurren a la ciudad de Ubajay, o a Villa Elisa, para continuar con sus estudios secundarios. En muchos casos, optan por una Escuela Agrotécnica, por la formación, y por la posibilidad de permanecer en el internado y evitar así la problemática de las distancias.

Capilla “Ntra. Sra. de Luján”

En la quietud de la mañana, el paisaje agreste alcanza su máximo esplendor junto a la Capilla rural, sagrado resguardo de quienes con fe se aproximan.

La obra “Historia oral de Berduc y Ubajay” consigna que desde el año 1950 venía a la Gruta de Luján -al lado del Puente La Capilla- el Presbítero Miguel Seib, Párroco de Villa San José, a celebrar la Misa; lo hacía una vez al año. En esa instancia bautizaba a los niños de la zona. Años más tarde se dio inicio al Catecismo que preparaba a los chicos para recibir la Primera Comunión.

El interior de la Capilla Ntra. Sra. de Luján, allí donde se efectúan las celebraciones religiosas, donde se custodian aquellas imágenes benditas a las que fieles y devotos acuden con respeto y lealtad. (Gentileza Sr. Hugo Pastorini).

Se determinó en esa época la necesidad de contar con una Capilla, para lo cual se creó una Comisión para comenzar con la recaudación de fondos para tal fin. Fue su presidente la Sra. Cecilia P. de Bonnin. En 1962, se acordó que la Patrona sería Ntra. Sra. de Luján. Colaboraron en la catequesis las Srtas. Inés Bouvet y Alba Delaloye.

Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, Paraguay y Uruguay. La imagen original es pequeña y sencilla, de solo 38 cm de altura, realizada en arcilla cocida y representa a la Inmaculada Concepción. (Gentileza Sr. Hugo Pastorini).

La tan ansiada edificación comenzó en el año 1966 en un terreno donado por el Sr. Nemesio Delaloye. Al año siguiente, 05 de noviembre de 1967, se inauguró la Capilla “Ntra. Sra. de Luján”, con la bendición de su precursor, el Presbítero Miguel Seib.

Actualmente, la misa se celebra el tercer sábado de cada mes; y se continúa con la catequesis para niños y adolescentes.

Aún luce en su esbeltez, aunque ya no suene como cuando el pueblo acudía a su llamado, ni como cuando los niños emprendían una desaforada carrera para ver quién a su cuerda primero se aferraba.

Para finalizar…

De la mano de los antiguos habitantes de Colonia Berduc, que con tesón arrojaron semillas al surco, que dejaron un legado incalculable, y que cuando los años iban pasando quisieron escribir parte de su vida, algunos desde ahí, otros desde otros lugares que el destino les tenía preparado, pudimos descubrir este rincón colonense, sus primeros años, los cimientos de una localidad que, si bien ha pasado por los cambios propios del devenir del tiempo y de las circunstancias sociales, tiene también un presente, el de quienes eligieron quedarse, el de quienes lo han escogido como espacio laboral, el de las infantiles miradas de un grupo de niños que felices corretean por el patio de la escuela primaria, con una energía que no se agota, con una alegría y un entusiasmo que solo esperanza pueden  transmitirnos.

Agradecimientos:

            A la Sra. Elisa Arce, Directora de la Escuela N° 67 “Las Malvinas”, por su atención y cordialidad; a la Sra. Susana Verdala y al Sr. Raúl Zabala, por su colaboración para la elaboración de este artículo; al Sr. Hugo Pastorini, por su aporte para nuestra nota; y a la Sra. Vilma Rodríguez, por su habitual predisposición para acompañarnos en nuestra tarea.

Texto y selección de fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfin

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