Despertar al observador que reside dentro nuestro
Uno de los baluartes más importantes que esta disciplina lega, es la capacidad de despertar dentro nuestro al observador que reside en cada uno. El mismo nace como una luz tenue en la oscuridad de nuestra mente y nos permite ver qué hay en ella, discernir, conocer y ordenar lo que habita en nosotros.
¿Cómo se logra el cambio interior?
Por medio de la atención sostenida, la conciencia de enfoque volcada en la observación hacia lo que pensamos, en primer lugar, para continuar sobre lo que sentimos, decimos y hacemos, es posible aprender a cultivar y desarrollar las bases para mejorar la calidad de vida interna, purificar las ataduras producidas por el ego, a través de actitudes nocivas, autodestructivas, condenatorias, perturbadoras, egoístas, separatistas, entre otras y sólo por nombrar algunas de ellas, que conducen a un estado de desarmonía interior y son consecuencia de problemas de salud posteriores.
“Toda enfermedad parte de la inhibición de la vida del alma”
En este aspecto, es bueno recordar que “toda enfermedad parte de la inhibición de la vida del Alma” (Alice Bailey), lo que significa que para que se haya producido un desajuste en el organismo, éste fue originado porque la luz interior no pudo afluir desde los planos más elevados del Ser hacia la personalidad.
Es por ello, que la comunicación entre el Alma y la personalidad dentro de uno mismo, se vuelve sumamente necesaria para comenzar a sanar desde lo físico, emocional o mental. Y es allí, donde la Enseñanza del Yoga nos facilita métodos, técnicas y saberes que colaboran para encontrar dentro de uno mismo, las llaves que abren espacio a realidades más afines con la renovación, la revitalización, la curación y conocimiento interior, para vivir con mayor salud, plenitud y armonía diariamente.
¿Qué se propone esta disciplina?
Esta disciplina de autoconocimiento nos propone un trabajo de indagación, reflexión y aplicación práctica en la vida cotidiana para ir superando los condicionamientos internos, liberarnos de muchos prejuicios y descubrirnos más sensibles a la posibilidad que habita en la actitud de decisión y cambio interior. Por lo tanto, en los momentos del día, en el trabajo, con la familia, amigos, en soledad o cualquier tipo de actividad que realicemos, se torna vital encender el observador en nosotros, para descubrir qué calidad tienen los pensamientos y cuál es la causa del temor, sufrimiento, incomodidad o felicidad, bienestar, esperanza.
Es así que, al ir ganando en atención al estar atentos, vamos construyendo paulatinamente una actitud interior más positiva, saludable y polarizada hacia la Luz, el Amor y la Integridad en nosotros mismos. A través de la práctica cotidiana se va forjando una conciencia yóguica de cuidado y sanación en la vida.
En la búsqueda de aprender a conocernos, perdonarnos, transformarnos y potenciar las virtudes que habitan dentro de cada uno, vamos mutando la consciencia trayendo la luz de los valores esenciales de esta ancestral disciplina.
Así, el progreso externo que se logra en la práctica de las posturas y la respiración consciente, es donde florece una actitud de mayor calma, apertura y flexibilidad, esto colabora con el crecimiento interior y la oportunidad de conectar con la profunda sabiduría del Alma. Éste es el Yoga del conocimiento de uno mismo, éste es el Yoga a la Luz del Alma.
Lic. Jimena Rodríguez
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