“Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre.”
Mahatma Gandhi
El analfabetismo representa una de las principales barreras para el desarrollo personal, social y económico de una persona. En Concordia, la deuda educativa se ha profundizado a lo largo de los años. Según los datos recopilados por el Programa Relevar en 2024, aproximadamente dos mil personas, entre analfabetos completos y funcionales, viven en esta ciudad.

El proyecto “Aprender sin límites”
Para comenzar a dar respuesta a la problemática del analfabetismo, desde abril de este año la Subsecretaría de Cultura y Educación implementó el programa “Aprender sin límites” (del cual se irán brindando más detalles en futuras publicaciones), hoy a cargo de la Prof. Nélida Amam. Este programa tiene como objetivo proporcionar todas las herramientas necesarias como cuadernillos secuenciados y adaptados para el desarrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje de los adultos y un cuadernillo para el alfabetizador. También útiles y bibliotecas en cada espacio de trabajo.

Superar el sentimiento de vergüenza y miedo
Una de las tareas más difíciles de quienes salieron a encontrarse con los analfabetos fue convencerlos de que esta era una gran oportunidad. Aparece la vergüenza, especialmente cuando se comparan con otros o cuando se sienten “menos capaces”. También aparece el temor a ser juzgados y humillados porque se imaginan en situaciones donde el maestro les requiera leer o escribir. Por eso, la decisión para ellos no es fácil y necesitan más de una visita del alfabetizador para cambiar de opinión.
La miseria es una mordaza que traba la lengua y golpea al corazón.
José Ingenieros

El SUM “Los Gurises” del barrio Sarmiento
Tras varias visitas al SUM “Los Gurises” del barrio Sarmiento, tuvimos la oportunidad de conocer a los asistentes a las clases de alfabetización en este lugar y la labor educativa que allí se lleva a cabo.

Gabriela Patricia López, la alfabetizadora, es profesora en enseñanza primaria desde hace varios años. Gabi, como la llaman sus alumnos, desempeña su tarea con gran paciencia y dedicación. Sus estudiantes tienen diversas condiciones, por lo que requieren una enseñanza personalizada, adaptada a sus capacidades de aprendizaje.

Algunos de los casos más complejos incluyen a Fabricio, quien presenta un retraso madurativo; Milagros (Mili), que tiene síndrome de Down; y Noemí, quien se recupera lentamente de una parálisis cerebral.

El resto de los alumnos, de diferentes edades, presenta algunos o ningún conocimiento, y dificultades de aprendizaje que responden a diversos factores, lo que hace que su proceso de aprendizaje y evolución dependan del empeño de cada uno para sortear sus propios límites.

“Me sacaron de la escuela para trabajar”
Una de las frases más comunes entre los adultos es: “Me sacaron de la escuela para trabajar”. Ese fue el caso de Soledad: “Mis padres me sacaron de la escuela en primer grado para trabajar con mis hermanos. En esa época se embolsaban huesos para llevarlos a triturar, y luego se usaban para abono o alimento”. Hoy, a sus 43 años, Soledad siente que finalmente está frente a la posibilidad de completar su aprendizaje, y esto la llena de esperanza y alegría.

“No sabía firmar ni escribir mi nombre”
Es el caso de Estefanía, quien nunca fue enviada a la escuela. Su mayor angustia era no poder escribir su nombre ni firmar los papeles cuando un trámite lo requería. Para ella, el poder aprender y experimentar ese cambio fue una gran emoción. El impacto personal de no haber recibido ninguna enseñanza es profundo, y resulta increíble para muchos, especialmente en pleno siglo XXI.

El analfabetismo no solo afecta la autoestima y la salud mental de las personas, sino que también limita su acceso a información esencial. Muchas personas analfabetas sienten temor a ser descubiertas o juzgadas. Evitan situaciones donde se requiera leer o escribir (como llenar formularios o leer carteles) por miedo a ser humilladas.
Cuando su circunstancia de vida lo exige y deben finalmente reconocer que no pueden leer, se mezclan sentimientos de vergüenza, frustración y tristeza. Se sienten vulnerables y se profundiza el dolor por la exclusión social que representa la problemática.

A pesar de la salud y el trabajo, las ganas están
Francisco, a sus 65 años y a pesar de su duro trabajo de albañil —que a su edad le trae serios problemas de salud—, asiste esporádicamente. Los motivos de su deseo de asistir los encuentra en la vida diaria, donde sus escasos conocimientos lo limitan cuando desea acceder a la posibilidad de informarse o participar plenamente en sociedad. Además, la apertura del centro a todas las personas le permite acceder a un espacio donde no solo aprende, sino que puede relacionarse con otros que también aspiran a superarse.

No solo se trata de aprender a leer y a escribir
Gabi, la maestra, trabaja en todos los aspectos en el salón de alfabetización y da importancia a la socialización de una manera muy especial. Por eso, ha logrado que el compañerismo, la empatía y el deseo compartido de superación se sientan en el ambiente.

Allí se construyen lazos basados en el respeto, la comprensión y la ayuda mutua.
Se sienten comprendidos y acompañados, pierden el miedo a equivocarse y se animan a participar más, tanto dentro como fuera del aula. Por ello, anotarse para el paseo que se realizó el Día de la Alfabetización produjo una gran expectativa y alegría contagiosa. Esto mejoró su confianza y continúa facilitando la comunicación.

En todos los momentos se comparten historias de vida, costumbres, saberes populares y valores. Esto genera un aprendizaje no solo académico, sino también humano y cultural.

El sentido de pertenencia y la alegría de compartir
El centro se convierte en un lugar donde se sienten aceptados, reconocidos y parte de una comunidad. Festejar el cumpleaños de cada uno de los integrantes es una de las acciones que más favorece la autoestima y el sentido de pertenencia de quienes asisten al lugar.

Por un lado, esa pertenencia contribuye a romper el aislamiento que muchos sufrían antes de comenzar a estudiar y, por otro, es uno de los mejores estímulos de Gabi para que continúen asistiendo, como es el caso de Fabricio, quien tiene asistencia perfecta.
Esperanza y deseo de superación
Para finalizar, creemos que, a pesar de las dificultades, muchas personas que no pudieron asistir a la escuela o no pudieron completar sus estudios sienten un fuerte deseo de aprender. Cuando tienen la oportunidad de acceder a la educación, aparece la esperanza, el orgullo y la alegría de poder lograr algo que antes parecía imposible.
“El conocimiento es poder. La información es liberadora. La educación es la premisa del progreso, en toda sociedad y en toda familia.”
Kofi Annan
Agradecimientos: A Gabriela Patricia López por su colaboración para este artículo.
Que buen proyecto «Aprender si limites»..ya que la alfabetización es base de una persona.. para el desarrollo personal y para mejorar su autoestima, y poder así participar plenamente en la sociedad!!.Felicitaciones !! a las prof a cargo de este proyecto!!