Manifestamos siempre que haber crecido en contacto con la naturaleza, con el trabajo en la tierra, y junto al río, concede al artista un material único que se constituye en su más significativa fuente de inspiración.
Héctor Jorge Deut nació en Concepción del Uruguay. Desde niño recorrió junto a su padre, distribuidor de frutas y verduras, un camino de búsqueda de estos alimentos, y estuvo así en contacto permanente con el ámbito natural, y con el esfuerzo que implica el trabajo en él. Entendemos de este modo la imponente producción poética en la que ni la bella naturaleza ni las nobles actitudes humanas quedan excluidas.
Su obra se concentra en el libro “El gozo y la elegía”, una recopilación que el autor paranaense Juan Manuel Alfaro efectuó luego del deceso de Deut, con la autorización de los hijos del desaparecido poeta, quienes le facilitaron los escritos en soportes de papel, raros algunos como el caso de formularios o volantes de publicidad; desde viejos papeles amarillentos hasta papeles mucho más nuevos. Intelectuales amigos también aportaron fragmentos de su producción artística, de modo que los lectores hoy podamos conocerla y disfrutarla.
Haber hallado esta obra en la Editorial de Entre Ríos nos permitió descubrir su poesía, delicada, elegante, sutil, nostálgica, porque el mismo Deut se había declarado “adicto a la nostalgia”; y a la vez, una poesía comprometida con la realidad en la que estuvo inmerso siempre, porque más allá de los temas, su poesía involucra a cada ser que en algún tiempo había transitado los senderos provincianos. Y no pudimos localizar mucho más sobre este ilustre escritor, quizás porque él, desde su discreción haya querido resguardar su creación, como quien se conforma con manifestar cuanto desea, sin la convicción de hacerlo público.
Un claro ejemplo de la melancolía que invadía al poeta podemos observar en la poesía “El barco de papel”, con reminiscencias de su niñez, donde de repente surge este objeto, que tiene la gracia de la fabricación personal, y una alcantarilla que aún espera por él, a pesar de los años transcurridos.
Varios poetas rindieron homenaje a su infancia a través de este amado juguete casero, el barquito de papel, elemental en siestas en las que afloraba la creatividad, con los materiales que había a disposición.
El Barco de papel
Me inquieta la quietud en la botella
y prefiero los riesgos del ingreso
en un mentido río y es por eso
que en la turbia cuneta va mi huella.
Y entre gritos y risas, desde aquella
esquina fraternal, mi leve peso
surca las aguas y recibe el grueso
chaparrón estival que me querella.
Si es la niñez descalza cosa bella
y mi razón de ser es ser su preso
unido como estoy por siempre a ella,
con humildad acepto mi suceso:
la alcantarilla espera con su beso
y en él naufraga mi fugaz estrella.
HECTOR JORGE DEUT
“La turbia cuneta”, “el chaparrón estival”, “la alcantarilla”, una serie de vocablos que nos transportan a las siestas infantiles, de lluviosos veranos, de interminables travesuras.
No tuvo Héctor Deut mucha participación en círculos literarios, por decisión propia; sin embargo, ante la insistencia de colegas y amigos formó parte de la Sociedad Argentina de Escritores, Sección Entre Ríos. En esta instancia elaboró el artículo “Recado”, de difusión de autores entrerrianos, en el que él, fiel a esa humildad que lo hizo cultor de un bajo perfil, nunca se incluyó.
Y unido a esa humildad que caracterizó al poeta, la pequeñez de ese corto caudal de agua que constituye un arroyo, el de su infancia, para él mil veces mejor que inmensos y caudalosos ríos del mundo, memorísticamente descripto en “El arroyo”.
Maestro, egresado de la Escuela Normal de su ciudad, profesión que ejerció por muy poco tiempo; hasta que se convirtió en empleado bancario y se trasladó a María Grande, luego a Hernandarias, y por último a la ciudad de Paraná, donde se radicó definitivamente. Falleció en la capital entrerriana en el año 2002.
“Un bancario que escribía poesía”, como lo describió Miguel “Zurdo” Martínez, quien había musicalizado algunos de sus poemas.
Siguiendo con su obra poética, “Chamamé” nos introduce en el entorno de la música, un chamamé que brota del alma del cantor fuertemente inspirado en una “guaina”, que ha conquistado su corazón.
Como podemos apreciar, los ejes temáticos de Héctor Deut giran en torno a una lírica intimista, en la que manifiesta sus sentimientos más profundos; un canto a la naturaleza; sucesos históricos; la descripción de personajes del mundo del tango, con un hábil manejo del lunfardo; la presencia de la música en la vida del ser humano.
“Farabute”, término lunfardo que significa “pícaro”, “de mal vivir”, y que el escritor utiliza para titular un poema cuyo protagonista es un ser astuto y fanfarrón, que pretendía vivir de los demás, vivir del juego, y se encuentra hoy solo, sin recursos, sin ayuda de ninguna clase, y sin otra alternativa que regresar a la casa “de la vieja”, en busca de su perdón y de su auxilio.
Pescadores, domadores, cantores, matones y compadritos, forman parte del paisaje humano en su obra; árboles, aves, ríos y arroyos, la tierra en cada estación del año, conforman el paisaje natural. Y con ellos despliega incansablemente su pluma en diversas estructuras, como el soneto y la elegía; con innumerables recursos, en particular imágenes y metáforas.
“Pescador”, versos en los que brinda Deut un espacio a este personaje, infaltable en la literatura de regiones ribereñas, solitario, desamparado, carente de todo, que cada madrugada, con la misma ilusión, llega a orillas del río en busca de la “pesca milagrosa”; que ve pasar la vida, con la misma rutina, con la misma pobreza, sin quejas, sin lamentos.
Incluimos en nuestra presentación una composición de dos estrofas de diez versos, décimas, en las que caracteriza la distinción de “La garza blanca”, un ser al que vincula con la identidad de nuestro suelo, en su quietud y en su vuelo, un vuelo que para él simboliza lejanía, distancia, despedida.
Nos queda mucho por leer, por conocer y por disfrutar de esta manifestación de la belleza en la palabra del insigne Héctor Jorge Deut, un escritor que quiso pasar desapercibido, que modestamente recorría las calles entrerrianas, que quiso permanecer distante del contexto literario; sin embargo, ese entorno al que prefería observar desde lejos, lo descubrió, y reconoció en él un enorme compromiso con las letras de su lugar, letras que portan las más cautivantes descripciones de la provincia, de su gente, sus valores y sus hábitos, de su paisaje colmado de todos sus componentes, y de sus más puros sentimientos.
Y así, con esta eximia producción poética, escritores, críticos y lectores, podemos asignarle un espacio significativo en la literatura argentina, que quizás sea inferior al que él realmente merece, pero no olvidemos que esto puede ser consecuencia de sus propias decisiones, de esa personalidad que lo definió como un ser sencillo, reservado, tímido quizás, y que llevaba como bandera la humildad. De todos modos, quisimos brindarle nuestro reconocimiento.
Agradecimientos: A Santiago Rebollo Martin, por su colaboración con material fotográfico.
Texto y fotografías: Nélida Claudina Delfin
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