LA HIGUERA
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste…
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
¡Hoy a mí me dijeron hermosa!
Un ser empático, que se ubica en el lugar de una planta en constante congoja, y con su actitud intenta brindarle un instante agradable para que ella pueda sentirse valorada.
“Juana de América”, como fue proclamada en el Palacio Legislativo de su país en 1929, con la presencia de varios poetas e intelectuales latinoamericanos, había nacido en la oriental ciudad de Melo, en el año 1892. Incursionó en varios géneros literarios, entre ellos en poesía, cuentos, relatos y obras de teatro. Recibió distintos premios a lo largo de su carrera, de su país y de entidades internacionales. Fue presidente de la Sociedad Uruguaya de Escritores en 1950.
Lenguaje sencillo, sin complejidades conceptuales, prosa y versos escritos con naturalidad, son las principales características de su producción poética. Pasaron por ella la alegría, el dolor, y todas las sensaciones que el alma humana transita.
Si bien el objetivo es acercarnos a algunos de sus versos, no podemos dejar de mencionar su más reconocida obra en prosa, “Chico Carlo”, una serie de episodios de diferentes momentos y situaciones de la infancia de la narradora, colmados de emotividad y mágicos instantes de una época que no vuelve, con algunas reflexiones de la mujer adulta, que hoy se pregunta por fantasías y misterios que celosamente guarda en su corazón.
“El vendedor de naranjas” es un exquisito poema que refleja el paso del tiempo a través de dos realidades, los recuerdos de su niñez a partir de la imagen de un “muchachuelo” con esa tarea, y la melancolía de esa mujer adulta que entiende que aquella fue su mejor etapa.
Otra poesía que nos parece interesante presentar es “Calma”, con el paisaje como protagonista, durante una noche de luna en que la sensibilidad de la poetisa puede captar cuanta imagen circunda, brillo, misterio, sonidos y silencio, aromas, todos los elementos del paisaje, humano y natural, con adornos poéticos que dejan traslucir ese estilo tan particular de Juana de Ibarbourou de manifestar casi espontáneamente algo descripto con maestría. Una magnífica semblanza que suma versos exclamativos en los que evidencia el sosiego, que la lleva a olvidar su pena más honda.
Expresiones antitéticas, como “polea gastada” y “joven gajo”, resaltan la significatividad y la belleza del paisaje.
CALMA
La Luna estampa en el cielo
su faz de moneda nueva.
Sobre el trigal amarillo
hay parpadear de candelas.
Los pinos son misteriosos
en esta noche tan clara,
y hasta el ladrar de los perros
trae emoción a mi alma.
Junto al pozo, que está en ruinas
florece una madreselva.
En la polea gastada
un joven gajo se enreda.
Y no se escucha un murmullo
ni se oye un rumor de agua,
¡parece que el ruido duerme
o que el silencio soñara!
pasa un muchacho cargado
con un haz de alfalfa tierna.
¡hasta el alma se me filtra
este buen olor a hierba!
y es tan serena la noche
y es tan intensa la calma,
que se adormece mi angustia
y se evaporan mis lágrimas.
Soberbia, magnífica, elegante, como Juana de Ibarbourou la presenta en sus primeros versos, a la altura siempre de un paisaje de ensueños.
Para finalizar esta presentación, elegimos “Reencuentro”, una obra que también expresa el transcurrir del tiempo en esa constante oposición presente/pasado, junto a un río que le permite reencontrase con aquella jovencita alegre, inquieta, bulliciosa.
Juana de Ibarbourou nos cautiva cuando conocemos su obra, y cuando volvemos a ella, porque la poesía es el instrumento que magistralmente emplea para describirnos la vida, con todos sus avatares, con sus ruidos y con sus silencios, con sus bondades y con sus obstáculos, el ayer y el hoy, y por encima de todo, sus sensaciones que con exquisitez expresa en un sinnúmero de imágenes, portadoras de sus percepciones, de sus impresiones, de su aguda sensibilidad, de sus recuerdos, de esa nostalgia que muchas veces entendemos como una eterna gratitud por lo que en otros tiempos sucedió, y como la esperanza en el tiempo por venir.
Agradecimientos: A Santiago Rebollo Martin por su colaboración con material fotográfico.
Texto y fotografía: Prof. Nélida Claudina Delfín
Tan lindo era subir a la higuera y juntar los higos. Toda una aventura en casa de mis abuelos. Gracias por hacerme recordar esos momentos. Bellas las poesías de esta autora. Gracias
Gracias Sonia por compartir. Bellos poemas ilustran el artículo, pero sin dudas es el de La Higuera el que me remonta lejos a mi escuela primaria… a la Escuela Almafuerte. GRACIAS.
Gracias Claudina por compartirlo, me llevaste a mi infancia. Recordar mi época escolar con sus poemas.Embellece el alma leerlo.
Me trae recuerdos de la escuela secundaria cuando los profesores con tanta emocion nos hablaban de poesias.
Ojala esto vuelva a las aulas.
Muy emotivo análisis de una escritora que trasciende las fronteras de su país para emocionar a tantos lectores ávidos de poemas que reflejen el vasto paisaje de su tierra y del amor a ella.Felicitaciones a Revista Almas y a sus colaboradores por este hermoso y sentido artículo.