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6 de noviembre de 2024

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“Avisame cuando llegues”, el atrapante cuento de Macarena González

En esta oportunidad seleccionamos su cuento “Avisame cuando llegues”; y uno de sus tantos escritos cortos que publica en su cuenta de Facebook: “Sin después”. En las redes recibe diversas críticas (muchas positivas, otras no tanto), ya que escribe sobre las relaciones, principalmente de pareja, sin ningún tipo censura.

Avisame cuando llegues.

El tiempo parece haberse detenido en un instante cargado de agonía. La atmósfera carece de aire y la realidad se tambalea sobre la misma cornisa por la que acaba de caer mi cordura. Ya debería haber llegado.

A las ocho de la noche me dijo que sí, a pesar de que no tenía muchas ganas. Le dije que todo iba a estar bien, que iba a ser una buena noche para todos. Ella siempre confiaba en lo que le decía. Lo hacía de una manera casi alarmante, incluso cuando apenas estábamos conociéndonos. Pero de eso ya pasaron varios años. Tres y medio, para ser más específico. Esta noche tendría que haber sido similar a las demás, pero parece que no será así.

El reloj marca las cinco y media del domingo. Algunos gallos cantan a lo lejos, mientras el cielo presenta una claridad muy extraña. No parece que estuviésemos a mitad de julio. Perdí la cuenta de cuántas cervezas he tomado desde que llegué dos horas atrás. Avisame cuando llegues, le dije, pero aún no me avisa. Su última conexión data de las dos y veintiséis. Debe haber sido cuando fue al baño. Tardó casi diez minutos, pero en el momento no lo noté. A esa hora todo giraba y me envolvía como en un sueño. Siempre sueño que giro y que soy envuelto en cosas, pero al estar despierto lo disfruto más. Ahora no giro, pero siento que estoy a punto de caer hacia un abismo cruelmente oscuro. Porque la oscuridad siempre es cruel, devastadora y me atormenta cada vez que estoy solo.

Comimos dos porciones de pizza de parados en el centro. Estaban demasiado aceitosas. Ella dijo que se parecían a las de las películas y yo me reí. Absolutamente todo le parecía sacado de alguna película. Disfrutaba comparando personas con personajes famosos. Incluso sus sueños parecían extensiones de cosas que había visto en la televisión. Podría haber sido una gran guionista.

Íbamos a ir a buscar a una de sus amigas, pero esta finalmente canceló. Dijo que podríamos pasar a ver cómo estaba, pero me negué. Quizás su amiga nos convenciera de que nos quedemos con ella. Sí, eso hubiera sido posible y sobre todo muy acertado. Fuimos directamente a la fiesta. Amigos y conocidos nos saludaron. Comentamos las últimas novedades del fútbol, el gobierno, las series y los trabajos. Bebimos, bailamos. Ella era la más hermosa de todas. Desde el cielo las estrellas envidiaban tanto glamour. ¿Glamour? Debo estar demasiado borracho como para usar esa expresión. O demasiado devastado.

Cinco y treinta y cinco. Debería estar dormido. Siempre caigo derrotado después de tanto alcohol. Ella comparte memes, le encantan. Cada vez que me avisaba que ya había llegado yo le preguntaba que qué iba a hacer. “Mirar memes”, me decía. Y era verdad. Pero su mensaje no llega. Su aviso. Parece ser que todavía no llegó. Siempre me bajo primero del taxi. Nuestros amigos viven para el lado del Estadio, yo en Alta Córdoba y ella cerca de la terminal. Por eso me bajo antes. En las primeras salidas siempre la acompañaba hasta su casa, pero eso se perdió luego de formalizar el vínculo. Y fue mi culpa. Yo sugerí que era demasiado viaje ir hasta su casa y después volver a la mía. A ella no le importó. A mí tampoco, hasta hoy.

Hace un segundo estaba en línea, pero inmediatamente desapareció. Ya no veo su última conexión, ni su foto ni su estado. Es como si jamás hubiese estado en Whatsapp. Quizás se cansó de tener que volverse sola y me bloqueó. Sería bastante inmaduro de su parte, pero ella también tomó bastante hoy. Si al menos me hubiera avisado que llegó y luego me bloqueaba, todo sería mejor. Quizás me sentiría estafado, y comenzaría a llamarla una tras otra vez hasta que me atienda en busca de explicaciones. Iría hasta su casa a exigirle una respuesta. Esto no podría quedar así.

La llamo y la señora de la compañía telefónica me dice que el celular se encuentra apagado o fuera del área de cobertura. Se quedó sin batería, seguramente. Me estaba por avisar que llegó, cuando se quedó sin batería. Por eso no le llegan los mensajes que le envío. ¿Por eso sigue sin aparecer su foto y su última conexión?

Dos de la tarde. Parece que me quedé dormido junto a la cerveza. Veintisiete llamadas perdidas y cuarenta y ocho mensajes de diez contactos diferentes. Su mamá, su papá, su hermano, su hermana, sus primas, amigos y amigas de los dos. Están enloquecidos. Devastados. Golpes en la puerta. La voz de un policía pidiéndome que abra. El portero diciéndoles que no le rompan la puerta. Algo me dice que ella jamás llegó.

¿Quién es Macarena González?

Macarena González, una joven chef a la que le apasiona escribir.

En los recorridos que hacemos por las redes y por diferentes páginas de internet, esta vez nos encontramos con Macarena González, de 23 años. Nuestro objetivo es estimular a los escritores que empiezan a desarrollar su talento, inclusive si no han sido las letras su área de estudio específico. Maca, como se hace llamar, es de Villa María, Córdoba, y tiene el título de Pastelera y Chef profesional, aunque otra de sus pasiones es la escritura. En esta oportunidad seleccionamos el cuento “Avisame cuando llegues”; y uno de sus tantos escritos cortos que publica en su cuenta de Facebook: “Sin después”, al final de este artículo.  En las redes recibe diversas críticas, muchas positivas, otras no tanto, ya que escribe sobre las relaciones, principalmente de pareja, sin ningún tipo censura. Actualmente se encuentra trabajando en la publicación de su primer libro de cuentos.

Sin después.

No me digás qué bien me veo, mejor preguntame cómo me siento hoy. No alimentés mi ego, demostrame interés, haceme ver qué te cagás en lo superficial y que podés ver un poco más adentro.

Haceme creer que los siglos de divinización de los cuerpos ya se acabaron, que hoy podemos hablar mirándonos, a través de los ojos, directamente al alma. 

Animate a dejar de usar antiquísimos trucos de seducción, y obligame a que me pierda en tu parla. Hablame de vos, preguntame sobre mí. Contame historias que jamás te pasaron o aquellas que deseas con toda tu alma que te sucedan. Invitame a ser tu compañera de viaje, sin importar que de por medio haya o no una cama. 

Demostrame y demostrate, de una vez por todas, que es inmenso el amor que se puede transmitir en una fugaz y simple charla, sin pretender que haya un después.

Macarena González

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