Visitamos las ruinas del Naranjal de Pereda, a orillas del Río Uruguay, en cercanías del Parque San Carlos, en nuestra ciudad, Concordia, ubicada al noreste de la provincia de Entre Ríos. Participamos de una visita guiada, a cargo del Sr. Paulo Tisocco, investigador de sucesos relacionados con la fundación de la ciudad de Concordia, y uno de los responsables de este sitio histórico.
La construcción tiene la estructura típica de un castillo, con una torre mirador, y ventanas con arcos de medio punto.
Nos remitió el Profesor Tisocco hacia el año 1700, cuando el lugar era habitado por comunidades aborígenes; charrúas, guaraníes, yaros, minuanes, entre otras. Eran pueblos organizados, que se habían instalado allí antes de la llegada de los españoles, hábiles en el trabajo con piedras, hachas y puntas de flecha, además de la cerámica para uso doméstico.
A partir de la llegada de los europeos, surgió un trabajo en forma conjunta entre los pueblos aborígenes y los jesuitas. Esta institución religiosa les enseñó a los pueblos originarios aspectos inherentes al cultivo de la tierra. En forma conjunta construyeron en esa época la ruta de la yerba mate, que nacía en Misiones e iba hasta Buenos Aires. Eran los jesuitas los encargados de evangelizar las tierras americanas en nombre de España.
Luego de la expulsión de esta orden religiosa, hacia 1767, un grupo de familias guaraníes, españolas y criollas ocuparon estas tierras, desde el Yapeyú hasta la Estancia Grande del Yeruá.
El lugar, calificado como el primer asentamiento, se denominó Paraje Ytú (en guaraní, salto de agua). Fue escenario de sucesos históricos, paso obligado, espacio de campamentos de diferentes tropas que circulaban por la zona con diversos destinos. Surgen, en 1769, en este sector, en una margen del río Uruguay, el puerto de San Antonio del Salto Chico (hoy Concordia), con fines comerciales; y en la otra, Salto, en un principio un fuerte militar, ya que debían protegerse de los portugueses que venían del norte. Contaba este espacio con un embarcadero, un oratorio, una escuela, y casitas dispersas en la zona.
Uno de los hechos relevantes -nos explicó el Sr. Tisocco- fue la presencia del prócer uruguayo José Gervasio Artigas, en el año 1811, cuando se exilió de la Banda Oriental, junto a un numeroso grupo de personas que cruzaron el Uruguay, e instaló allí su campamento; en tiempos en que debía defenderse de los españoles, y de los porteños, por la centralización de sus acciones. Desde Entre Ríos reorganizó su lucha.
Recordemos que José Gervasio Artigas plasmó las ideas del federalismo, entre ellas se destacaba el respeto del gobierno central a las autonomías provinciales; cada provincia tendría su gobierno, su constitución, su bandera y el derecho a elegir a sus funcionarios. A partir de ahí se ganó el odio de Buenos Aires.
San Antonio del Salto Chico fue abandonada hacia 1821, debido a las guerras internas entre el partido federal y la guerra contra el Imperio de Brasil. Años más tarde, Don Félix Britos que se había establecido en la Estancia “Rincón del Salto”, para dedicarse a la ganadería, vendió tres leguas al Gral. Manuel Antonio Urdinarrain, quien continuó con la misma tarea; y en 1837 vendió una parte a Domingo Duarte Manzores, que había instalado su saladero en la recién creada “Villa de la Concordia”.
La historia del Naranjal de Pereda -nos refiere Paulo Tisocco- nos conduce al año 1867, cuando doña Eloísa Acosta de Bica, procedente de Uruguay, adquirió las tierras y construyó allí la mansión, estilo italianizante, y probablemente un saladero, en sociedad con el Gral. Justo José de Urquiza.
Pasó la residencia por varias etapas y proyectos, y por diferentes propietarios. Cuando falleció Don Manuel Bica, en 1883, sus herederos vendieron la residencia y la tierra a Don Carlos Alberti, quien se estableció en el saladero. Por deudas, ese mismo año, se vendió el predio a los hermanos O’ Connor, que lo siguieron explotando.
Ya en el siglo XX, el Naranjal fue vendido a Don Celedonio Pereda, hacendado de la provincia de Buenos Aires. Por esto, el lugar fue designado “El Naranjal de Pereda”. “Naranjal”, por las plantaciones de naranjas que en la zona habían cultivado los jesuitas.
Entre tantos planes en ese espacio, habían quedado en el camino una fábrica de conservas, de elaboración de velas y jabones; pero por distintas razones no lograron prosperar.
Ya hacia la década del 60, -nos relata Paulo Tisocco- un grupo de familias gestionó la construcción de un centro de salud mental, y aunque mucho se movilizaron por su habilitación, no pudieron conseguirla. Se cree que la negativa se debía al relieve con barrancas junto al río Uruguay, sumamente peligroso para que permanecieran cerca personas con este tipo de problemáticas.
Durante mucho tiempo el lugar quedó en estado de total abandono, y hay relatos de hechos lamentables ocurridos en esa área. Fueron pasando los años hasta que allá por el 2016, un grupo de personas decidió gestionar su limpieza, refuncionalización y posterior puesta en valor.
Se transformó en un espacio de paseo y esparcimiento; luego se iniciaron las visitas guiadas, a delegaciones escolares, y a toda persona que quisiera conocer los aspectos vinculados con este sitio histórico.
Estamos ante un edificio que forma parte del patrimonio histórico de la región, nos corresponde a todos cuidarlo, bregar por su conservación, exhibirlo a visitantes que llegan a la ciudad, y a concordienses que aún no han tenido la posibilidad de conocerlo; ya que es fundamental para mantener viva la memoria de otras épocas. No olvidemos que estos edificios son testimonios de la historia, y dejan una huella permanente que conforma la identidad cultural de la región.
El patrimonio histórico juega un papel clave cuando hacemos alusión al pasado, nos ayuda a entender determinados hechos y sus consecuencias. Su preservación es responsabilidad de las autoridades del lugar, y de la sociedad toda, es nuestro legado y todos somos responsables de su cuidado y protección.
El Naranjal de Pereda nos involucra con las primeras páginas de la historia concordiense, esa que junto a tantas otras que desde aquellas épocas se escribieron, y estamos sus habitantes comprometidos a guardar en lo profundo de nuestra memoria colectiva, a mostrarla con orgullo, y a darle la significatividad que le compete.
Agradecimiento: Al Sr. Paulo Tisocco, por toda la información que generosamente nos brindó, tanto en la visita guiada como la documentación que nos compartió durante la elaboración del artículo.
Texto y fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfin
¡Muchas gracias por compartir! 🤗
Magistral narracion q nos trae al presente .la historia de este legendario lugar.
Un compromiso de honor preservarlo..y hacerlo conocer ..
Muchas graciass !!
Magistral narracion q nos trae al presente .la historia de este legendario lugar.
Un compromiso de honor preservarlo..y hacerlo conocer ..
Muchas graciass !!
Interesantísima nota sobre este lugar de nuestra Concordia! Cuánta valiosa historia! Aplausos, revista Almas!
Linda e interesante nota…dónde podemos conocer más de la historia de nuestra región , como” El Naranjal de Pereda” que forma parte de nuestro patrimonio historico..y nos permite mantener viva la memoria de otras épocas!!..Gracias y felicitaciones!! revistaalmas y al Sr Paulo Tisocco.
Cuánta historia tiene éste lugar, gracias por compartir toda ésta información que nos alimenta como lugareños
Que buen artículo! Hace un recorrido por la historia de la zona a lo largo de varios siglos. Interesante los usos que se le dio al naranja.
👏👏👏