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3 de diciembre de 2024

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Viejo e inolvidable ”Almacén de ramos generales” Parte II

A grandes cambios, nuevos desafíos…

Habíamos tratado en la entrega anterior del “Almacén de Ramos Generales”, o “Almacén de Campo”, o “Pulpería”. Este último vocablo es conocido porque ha sido utilizado en la literatura argentina, particularmente en la literatura gauchesca, en obras clásicas, como lo es el “Martín Fierro”.  En ella, además de la adquisición de la mercadería para el sustento cotidiano, y del espacio recreativo, también se rasgaba la guitarra y se interpretaban coplas y payadas.

            Como habíamos anticipado, en esta entrega vamos a ocuparnos del “Almacén Francou”, en la Colonia “El Carmen”, a escasos 8 km de Colonia Hocker, en el departamento Colón; de esta localidad nos ocuparemos en la próxima entrega.

Una historia que se adecua a los vaivenes sociales

Fue fundado este almacén en el año 1907, por Antonio Francou, abuelo del actual dueño, Roberto Francou. Nos refiere Silvana, quien con gentileza y cortesía nos recibe, que el lugar era una posta, una parada obligada para quienes transitaban entre los departamentos de Villaguay y Colón. Con el paso del tiempo, cuando los caminos comenzaban a cambiar, el almacén quedó escondido. En algún momento también funcionó el correo, cuando venía periódicamente el chasque que llevaba y traía encomiendas y recados.

El viejo buzón, recipiente con abertura longitudinal donde se introducía la correspondencia, permanece en la fachada del edificio.

Proveía este negocio de todo lo necesario para los habitantes de la colonia. Era almacén, tienda, farmacia, librería, bazar, ferretería y bar.

            Visitar el “Almacén Francou” es introducirnos en otras épocas, por medio de objetos, herramientas, documentos y registros contables, fotos, elementos artísticos, todo lo cual contribuye con el patrimonio histórico y cultural de esta zona de la provincia de Entre Ríos.

Un sector del local de ventas del Almacén Francou, con múltiples objetos de distintos ramos.

La región ha sido preparada hoy para el turismo, y la empresa familiar se fue adecuando a esta realidad, y ha incorporado un espacio para degustar alimentos que se elaboran en la zona.

Si bien continúa la venta de mercaderías, solo con esta tarea sería imposible que el negocio se mantuviera. Aporta, además, a la economía zonal a través de la comercialización de productos caseros, que son fabricados por familias de agricultores y escuelas vecinas, en particular por la Escuela Agrotécnica N° 50 “José Hernández”.

Producción artesanal de variados sabores que se expone en el salón de ventas.

Desayunos, almuerzos y meriendas son las opciones del comedor, además de una visita guiada, que constituye una formidable descripción en la que el paso del tiempo es protagonista, con todos sus avatares, situaciones adversas y nuevas alternativas que, necesariamente, y con un enorme compromiso, iba la familia Francou analizando.

Flan casero con dulce de leche, también casero, uno de los postres preferidos por los comensales.

Se pueden degustar embutidos, fiambres, variedad de quesos, pan casero, verduras en escabeche, entre los ingredientes de la tradicional picada de campo; las empanadas también forman parte del menú. Y dulces y mermeladas, tortas y pasteles, para una merienda ideal.

Ingredientes debidamente dispuestos que componen la tradicional picada de campo, también muy demandada a la hora del almuerzo.

La singularidad del edificio y todo lo que guarda

Conserva el edificio la fachada y estructura originales, el mobiliario, las puertas y un sótano, al que pueden acceder los visitantes, y que debe su existencia a que antes no había heladeras y funcionaba como tal para mantener en condiciones los alimentos.

Una sección del sótano, que conserva su estado original, con objetos que forman parte de la historia del negocio.

Silvana, excelente guía, nos refiere la historia del negocio y un recorrido por la enorme cantidad de productos, algunos que se vendían, y otros que eran utilizados en diferentes actividades familiares y comerciales; expuestos en la sala de ingreso en carácter de significativas reliquias.

Artículos domésticos, que hoy se adquieren en un bazar, formaban parte de la mercadería que el comercio ofrecía.

Ocupaban un lugar preponderante las bebidas, variedades de vinos, caña, ginebra, aperitivos varios, y particularmente dos bebidas, Marcela y Lusera, que se fabricaban en Concepción del Uruguay, ciudad que se encuentra a unos 65 km, aproximadamente, de la colonia.

El espacio propio de las bebidas, se llevaban o se consumían allí, donde se jugaba un truco y la charla podía prolongarse hasta altas horas de la noche.

Cada estante posee más de 100 años y ha sido fabricado a medida, especialmente para el almacén. Observamos las cajoneras, donde venían los productos sueltos, como terrones de azúcar, yerba, que se extraían con la cuchara de quino. Y las bolsitas se fabricaban con papel de estraza.

Cajoneras que contenían la mercadería que se vendía en concepto de “suelta”.

Nómina interminable de productos, los de antes y los de ahora

Se mezclan en las estanterías lo viejo con lo nuevo, lo que se quiere conservar y lo que se incorpora actualmente. Latas de galletitas, mantequeras, botellas de diversas formas y tamaños, sifones, fuentones de chapa galvanizada, lámparas, calentadores, planchas, televisores, radios, termos con mecherito, ventosas para el dolor de espaldas, entre tantos objetos de uso doméstico.

Estantería que guarda materiales necesarios para la vida cotidiana de otras épocas.

Un obsequio peculiar

La máquina de coser, infaltable en cada hogar, donde el ama de casa fabricaba las prendas   para toda la familia. Obsequio al matrimonio Francou con motivo de su casamiento.

En el rubro indumentaria, lencería femenina, ropa para el trabajo de campo del hombre, alpargatas de yute. En cuanto a objetos de oficina, máquinas de escribir, libros contables, tinteros, libretas de ahorros, elementos de correo. Del ámbito religioso, misales.

Testimonios escritos de las negociaciones iniciales

Podemos apreciar el primer contrato que dio origen al almacén en el año 1907. Los primeros libros de venta, en los que se consignaba el nombre del comprador, el detalle de la mercadería que adquiría, la fecha y el precio. Estas transacciones se daban bajo el concepto de “fiado” y todo se acordaba con un apretón de manos, ya que la palabra poseía un valor relevante.

Antiguo contrato en letra manuscrita que consigna acuerdos comerciales de los inicios del almacén.

Registro contable de las primeras transacciones, donde consta el nombre del comprador, los productos adquiridos y los precios.

Una imagen que fusiona historia y emoción

Nos cuenta Silvana la historia de una imagen que incluye dos fotos. La primera, tomada el 25 de mayo de 1910, cuando el país festejaba el centenario de la patria, en ella se puede observar a Antonio Francou, fundador del negocio junto a un grupo de vecinos de la zona, alrededor de una mesa, vestidos con formalidad y elegancia. Y la segunda, tomada el 25 de mayo de 2010, a raíz de la celebración del bicentenario de la patria, en la que los nietos de estos ilustres vecinos, por iniciativa de Roberto Francou, se reúnen y repiten la foto; junto a la misma mesa, cada nieto se ubica en el lugar que antes había ocupado su abuelo.

Abuelos en una imagen, nietos en la otra, un siglo los separa y una celebración los une: el cumpleaños de la Patria.

Merecido reconocimiento

Conforma todo esto un impresionante patrimonio histórico y cultural, por lo que el Gobierno de la Provincia de Entre Ríos declaró al “Almacén Francou” en el año 2012 “De interés cultural”.

El sótano luce una producción de vino patero, que puede ser degustado por los visitantes.

Almacén Francou, una empresa familiar que continúa su recorrido a través del tiempo y se va adaptando a las necesidades y demandas de la sociedad actual, que conserva la antigua tienda con artículos de índole diversa, como había sido en sus orígenes; pero que con el devenir del tiempo y el progreso, supo incorporar un nuevo emprendimiento para quienes se acerquen a conocer la colonia, con sus visitas guiadas, que muestran toda la riqueza histórica y cultural que magistralmente la empresa conserva, y con la posibilidad de un desayuno, almuerzo o merienda con los más exquisitos y tradicionales productos, vigentes siempre.