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27 de julio de 2024

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Tres singulares razones para terminar en una sentencia judicial injusta

La pregunta que muchos se hacen es por qué hay inocentes presos y culpables libres. ¿Por qué un abogado puede terminar con más perjuicios que beneficios para su cliente? ¿Cuáles pueden ser las razones para que llegue a perder el juicio en defensa de una persona inocente, o a ganar el caso de alguien que a todas luces es culpable?

Aunque hay diferencias entre los delitos donde interviene la policía y aquellos casos donde están excluidos por ser de diferente índole, al final la intervención de los abogados puede cambiar el curso de la historia. No hay cifras oficiales, dice Manuel Garrido, profesor UP y Presidente de Innocence Project Argentina, de cuántas personas están o estuvieron detenidas por delitos que no cometieron, por causas armadas o condenas erradas. Según los especialistas, se debe a que hay una serie de malas prácticas enquistadas en el funcionamiento de la policía y el Poder Judicial. Pero la importancia del abogado es crucial, porque es él quien terminará dándole crédito a las pruebas o desechándolas en su alegato.

Existen, entre otras, tres razones que surgen de la mentalidad de un abogado en posición de patrocinante o de fiscal, que podrán cambiar el final de la historia y son las siguientes:

1-Cree, por percepción personal, que sabe quién es el culpable y quién es el inocente.

Independientemente de que su cliente o acusado (si es fiscal) sea el denunciado o el denunciante, tiene un veredicto interno que determinó para qué lado se inclina la balanza de la justicia. Esta posición es determinante en el momento de la valoración de pruebas a favor del defendido.  En su libro un Curso de Milagros, Helen Schucman dice: “Primero miramos en nuestro interior y decidimos qué clase de mundo queremos ver, luego proyectamos ese mundo afuera y hacemos que sea real para nosotros tal como lo vemos. Logramos que sea real mediante interpretaciones que hacemos de lo que estamos viendo”.  Así, desde esa mirada, el abogado pasará por alto más de una vez, o encontrará irrelevantes, aquellas pruebas que puedan inclinarse a favor de quien, para su propia óptica, es el culpable; aunque este sea su cliente.  Su defensa será la del que se sabe derrotado y finalmente eso se transmitirá al tribunal. Como también puede suceder que esté convencido de la inocencia de su defendido (aunque sea culpable) y termine convenciendo a cualquier tribunal por medio de excelentes alegatos. En otros casos reconoce la culpabilidad, pero por alguna razón, que tiene que ver con sus creencias, encuentra justificaciones a conducta del imputado.

La venda en los ojos representa que la Justicia es imparcial en
sus decisiones, que es igual para todos (o debería serlo).

La película, en inglés The trials of Cate Mc.Call (2013), en español El juicio de Cate Mc. Call, también con el título traducido como El Engaño, representa en forma magistral cómo la percepción de un abogado (en posición de Fiscal) que transforma en real una creencia propia, puede llevar a un inocente a la cárcel o dejar libre a un delincuente peligroso.

2-Tiene una posición tomada a partir de sus creencias sobre el tema que debe patrocinar.

Lo que la percepción ve y oye parece real porque solo admite en la conciencia aquello que concuerda con los deseos del perceptor.”

 Cuanto más arraigada se encuentre una creencia en la estructura mental de un abogado, más difícil será la defensa si lo que debe defender va en contra de ella. Por ejemplo, si defiende a una víctima de un homicidio frente a un homicida de escasos recursos económicos, pero tiene la creencia de que los pobres siempre son víctimas del sistema, difícilmente el victimario tenga una condena ejemplar. Otro caso, si representa a una empresa, aunque sea muy pequeña, y el abogado cree que el empleado (aunque sea un mal empleado) siempre está en una condición desfavorable frente al empleador, posiblemente, en un juicio laboral, el empleador termine siempre perdiendo más de lo que pensaba.  El problema no es lo que los sentidos muestran, sino lo que hace el cerebro con lo que los sentidos muestran y todo el bagaje de creencias que se activan en el momento de la toma de decisiones.

Dice Schucman, “el mundo que vemos refleja simplemente nuestro marco de referencia interno: las ideas predominantes, los deseos y las emociones que albergan nuestras mentes. “La proyección da lugar a la percepción”. (El mundo que ves).

Imagen de la abogada, fiscal, en la película
El juicio de Cate Mc. Call

Volviendo a la trama de la película “El engaño” La protagonista está convencida de la culpabilidad de abuso sexual de un imputado y solo ve las pruebas que están en consonancia con su propia percepción y termina llevando a la cárcel a un inocente. Luego le sucede lo contrario, encuentra inocente a una mujer encarcelada quien la convence de la injusticia y de que su condena ha sido un error. En este último caso, sobre todo, la creencia de que las mujeres siempre son víctimas la lleva a ver solo las pruebas en ese sentido y a hacer un alegato que termina convenciendo al juez.

3-Presenta limitaciones personales, políticas o económicas

Las dos primeras razones son inconscientes, sin intención de perjudicar al defendido porque tienen que ver con las percepciones y las creencias. Pero las cuestiones que aparecen en la tercera razón son conscientes. La limitación económica es la más conocida, es el caso del abogado que “se vende” y por lo general encuentra la forma de hacer acuerdos con la parte que lo beneficie. Pero, por otra parte, dependiendo de cuál sea el motivo de la causa, puede ser que la limitación sea consecuencia del miedo, (al poder político o económico). Este último se puede percibir cuando permanentemente aconseja a su cliente no entrar en conflicto en tal o cual circunstancia. Desechar una prueba que puede traer consecuencias que no se desean enfrentar. Cuando un abogado dice; “Es difícil ganar este caso”, el caso ya esta perdido en su mente. Por consiguiente, como las cosas se visualizan primero en la mente y después suceden en la realidad, no hay ninguna posibilidad de que el cliente lo gane. Finalmente, hay que tener en cuenta una limitación social: el acusado puede ser una persona influyente o reconocida, y aunque no le proporcione réditos económicos perder el caso, no desea “quedar mal” con un círculo social determinado.

Cómo elegir un buen abogado

Conocer bien al representante legal es sumamente importante antes de contratarlo para tu defensa. Ver qué juicios ha ganado y cuáles ha perdido (pudiéndolos ganar), puede dar un buen indicio de qué creencias se activan en sus procesos. Si estás acusado de un delito, los mejores abogados son aquellos que han reducido mucho la pena o han dejado libres de culpa y cargo a sus clientes, aún si son culpables. Por el contrario, si han cometido un delito en tu contra, deberías inclinarte por aquellos abogados que lograron el máximo posible de la pena para un delito en una condena.

Además, una vez que se conoce al abogado y se tiene la intención de contratarlo, se podrá observar en el diálogo, en las preguntas que hace, en las cuestiones que le importan del caso, cuáles son sus creencias respecto del tema. Por ejemplo, en un caso de violencia de género, si esta se produjo como consecuencia de una infidelidad y el abogado/a tiene una posición muy tomada frente a ella, es decir la considera a la infidelidad un delito aunque no lo sea, el resultado final no será muy favorable a la víctima. Por el contrario, si justifica la infidelidad, cree que no debe ser tenida en cuenta en una disputa familiar, trabajará para que no sea tenida en cuenta y se valoren más todas las otras pruebas en el proceso.

Cómo llegan a ser abogados exitosos

Los abogados exitosos son los que ganan los juicios o tienen muy buenos resultados aún en la derrota.  Pero, además del conocimiento necesario sobre su profesión, hay que tener en cuenta que esto se debe a que ellos no toman causas si creen o saben que el posible cliente es culpable, o si siente que el tema de la demanda va en contra de sus principios y creencias. Es más, eligen aquellos casos en los que están convencidos de la necesidad de justicia. De esta manera, las posibilidades de una buena defensa están garantizadas.

Por lo general el fracaso de ciertos abogados se debe a que piensan que pueden dejar de lado su propia percepción y sus creencias porque son profesionales. Pero, como estas creencias son en su mayoría inconscientes, terminan incidiendo en el resultado final.

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