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27 de julio de 2024

revistaalmas.com

Lee desde otra perspectiva

Evaristo Carriego, un entrerriano apasionado por el arrabal porteño.

Borges se refirió a este genial autor: " El inventor de los suburbios como motivo literario”

En el café

Desde hace una semana falta ese parroquiano

que tiene una mirada tan llena de tristeza,

y que todas las noches, sentado junto al piano,

bebe, invariablemente, su vaso de cerveza

y fuma su cigarro… Que silenciosamente

contempla a la pianista que agota un repertorio

plebeyo, agradeciendo con aire indiferente

la admiración ruidosa del modesto auditorio.

Hace ya cinco noches que no ocupa su mesa,

y en el café su ausencia se nota con sorpresa.

¡Es raro, cinco noches… y sin aparecer!

Entre los habituales hay algún indiscreto

que asegura a los otros, en tono de secreto,

que hoy está la pianista más pálida que ayer.

“Hace ya cinco noches que no ocupa su mesa…”, una mesa vacía y la incertidumbre ante una ausencia llamativa, en una historia en la que Carriego no ha dejado librado al azar ningún detalle.

“En el café”, un escenario protagónico para una sutil forma poética de hacernos llegar Evaristo Carriego una historia de tristezas y ausencias, de ese “parroquiano” que hasta ahí parecía que pasaba desapercibido, como si su presencia no hubiese importado; sin embargo, quienes frecuentan cotidianamente el lugar pueden observar la palidez, símbolo seguramente de la tristeza, que comienza a invadir a la pianista de “plebeyo repertorio”. Una producción literaria que refleja el ámbito que este autor quiso inmortalizar, el suburbio porteño y su realidad.

Evaristo Carriego, una vida casi efímera, fugaz, apenas 29 años, no obstante, los necesarios para recorrer el suburbio porteño, escribir sobre él, dejar huellas, trascender. Porteño sin serlo, ya que había nacido en Paraná, el 7 de mayo de 1883, y a los seis años comenzó su residencia, junto a su familia, en el barrio porteño de Palermo. Temáticas tangueras afloran en su obra, penas de amor, la ausencia, la desilusión, la pobreza, las enfermedades; como si hubiese dedicado un tiempo a observar el suburbio, en toda su dimensión, su gente, sus hábitos, su congoja, su paisaje gris.

La bohemia lo atrapó y lo condujo con mucha convicción a ese espacio tan peculiar. Los círculos intelectuales porteños lo adoptaron y supieron escuchar el recitado de versos propios, y de poetas a quienes él admiraba, como lo era el caso de Almafuerte. Y supo poner en palabras todo lo que la realidad de la periferia, compleja, rutinaria, le proveía. Hubo quienes le reconocieron esa entrega, ese homenaje a esos barrios que  con él tuvieron la posibilidad de ingresar en la literatura porteña.

Borges, que había sido amigo de su padre, se ocupó en analizar su obra y expresó que “el suburbio crea a Carriego y es recreado por él”. Fue quien describió minuciosamente personajes, costumbres y circunstancias del arrabal. En su producción poética estuvieron la costurerita, la joven que trabajaba en la casa de citas, la enferma, el obrero que regresa borracho a su hogar, los perros hambrientos; el guapo: “las mozas más lindas del baile orillero para él no se muestran esquivas y hurañas”;  la viejecita: “salmo doliente del Evangelio de la Miseria”; componentes todos de los barrios, a quienes Carriego no quiso excluir de sus versos, y hasta fue condescendiente con ellos, quizás para conmovernos y que tuviéramos los lectores cierta benevolencia.

“El alma del suburbio” registra la calle con su rutinario desfile de “marchantes”, el conventillo y el corro de comadres, la cantina como lugar de encuentro de aquellos “parroquianos”, que analizan las crónicas policiales, mientras copas y cartas circulan al ritmo de una trucada que puntualmente los convoca allí, todos los días.

La obra de Carriego fue objeto de la crítica especializada, que tuvo varios reconocimientos y ocupó un merecido lugar en nuestra literatura. El tango le otorgó un espacio de privilegio, por ejemplo, el caso del compositor Enrique Cadícamo, que retoma la temática del emblemático poema “De todo te olvidas”, con el protagonismo de esa jovencita apenada y distraída, y hace una alusión a los versos y al autor.

Tu secreto

¡De todo te olvidas! Anoche dejaste

aquí, sobre el piano, que ya jamás tocas,

un poco de tu alma de muchacha enferma:

un libro, vedado, de tiernas memorias.

Íntimas memorias. Yo lo abrí, al descuido,

y supe, sonriendo, tu pena más honda,

el dulce secreto que no diré a nadie:

a nadie interesa saber que me nombras.

…Ven, llévate el libro, distraída llena

de luz y de ensueño. Romántica loca…

¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano!

…De todo te olvidas ¡cabeza de novia!

Evaristo Carriego

“Ven, llévate el libro, distraída llena de luz y de ensueño…”: antitética expresión entre un estado de ánimo de descuido, que no se condice con su actitud colmada de sueños.

Y Eduardo Rovira compone “A Evaristo Carriego”, exquisito tango instrumental en honor a quien tanto le había regalado a este género musical.

De todo te olvidas (1929)

De un tiempo a esta parte, muchacha, te noto

más pálida y triste. Decí: ¿qué tenés?

Tu carita tiene el blancor del loto

y yo, francamente, chiquita, no sé…

¿Qué pena te embarga? ¿Por qué ya no ríes

con ese derroche de plata y cristal?

Tu boquita, donde sangraron rubíes,

hoy muestra una mueca, trasuntando un mal…

El piano está mudo…

Tus ágiles manos

no arrancaron el tema

del tango tristón…

A veces te encuentro

un poco amargada,

llorando encerrada

en tu habitación.

Y he visto, extrañado,

que muy a menudo

de todo te olvidas,

cabeza de novia

nimbada de amor.

¿Qué es lo que te pasa? Cuéntame, te ruego

que me confidencies tu preocupación.

¿Acaso tu pena es la que Carriego,

rimando cuartetas, a todos contó?

De todo te olvidas, cabeza de novia,

pensando en el chico que en tu corazón

dejó con sus besos sus credos amantes,

como un ofertorio de dulce pasión.

Música: Salvador Merico

Letra: Enrique Cadícamo

Facundo Lázzari, director de la orquesta “La Juan D’Arienzo, nieto de Carlos Lázzari, miembro de la tradicional orquesta de Juan D’Arienzo, y el bandoneón, instrumento al que el tango le otorgó carta de ciudadanía porteña, que acompaña a la mayoría de las letras de este género.
La interpretación del tango: De todo te olvidas

El escritor entrerriano Daniel Elías, nacido en Gualeguaychú, entre otros, rindió su homenaje a Evaristo Carriego, en un bello poema que lleva como título el nombre del poeta, e incorpora en él los personajes del suburbio, un suburbio taciturno y callado, que pierde su compás, angustiado ante la partida de quien les ha ofrecido su obra como espacio para que ellos también pudieran ser parte de la literatura argentina.

Texto y selección de fotografías: Prof. Nélida Claudina Delfín.